Inversiones buenas, no malas
Por Pedro Francke
El chantaje de siempre: si defiendes los derechos de los trabajadores, o el ambiente, o las comunidades, eres anti-inversión.
Los izquierdistas no somos anti-mineros ni anti-inversión. Nos oponemos a los que maltratan el medio ambiente y a los empresarios que avalan la corrupción.
No somos los únicos en poner condiciones a la inversión. ¿Acaso no hemos visto a encopetados miembros de nuestro empresariado nacional oponerse al puerto de Ancón porque les malogra su playa? ¿Apoyamos la impunidad de los inversionistas de la discoteca Utopía donde murieron dieciséis jóvenes inocentes? El medio ambiente, la salud pública, la seguridad y la lucha contra la corrupción deben defenderse y promoverse en Lima, y también en Cajamarca y Espinar.
Está claro que la iniciativa individual es importante para el desarrollo, y que mucha gente quiere tener el control y recibir los beneficios de su esfuerzo, capacidad e inventiva individual. Por eso, una izquierda moderna tiene que facilitar, promover y apoyar la inversión privada.
La cuestión es que necesitamos inversiones a favor del desarrollo humano y resguardando el ambiente, y no en contra de la calidad de vida. Por eso en Lima la reforma del transporte promueve inversión privada en buses grandes con el patrón Euro4 cuyas emisiones de gases son muchísimo menores, ayudando así a reducir la contaminación del aire en nuestra ciudad.
Necesitamos diversificar nuestra economía, entrar a nuevos negocios y nuevos mercados, aprovechar sosteniblemente nuestra biodiversidad, sacar adelante la agricultura y el turismo, desarrollar la industria, dotarnos de nuevas fuentes de energía renovables. Necesitamos generar más empleo y mejorar la productividad y las condiciones de trabajo en las pymes y entre los pequeños agricultores y los pescadores artesanales.
Para eso, el Estado debe promover el acceso a mercados, financiar la innovación y el desarrollo tecnológico, facilitar el crédito, apoyar la capacitación de profesionales y técnicos, organizar las cadenas productivas y la asociatividad de las pymes y mantener un tipo de cambio competitivo.
El dinero no es un fin en sí mismo, como insistió hace años el Premio Nobel de Economía Amartya Sen. El objetivo es la Calidad de Vida y el Buen vivir, y para eso, queremos inversiones de las buenas, no de las malas.
El chantaje de siempre: si defiendes los derechos de los trabajadores, o el ambiente, o las comunidades, eres anti-inversión.
Los izquierdistas no somos anti-mineros ni anti-inversión. Nos oponemos a los que maltratan el medio ambiente y a los empresarios que avalan la corrupción.
No somos los únicos en poner condiciones a la inversión. ¿Acaso no hemos visto a encopetados miembros de nuestro empresariado nacional oponerse al puerto de Ancón porque les malogra su playa? ¿Apoyamos la impunidad de los inversionistas de la discoteca Utopía donde murieron dieciséis jóvenes inocentes? El medio ambiente, la salud pública, la seguridad y la lucha contra la corrupción deben defenderse y promoverse en Lima, y también en Cajamarca y Espinar.
Está claro que la iniciativa individual es importante para el desarrollo, y que mucha gente quiere tener el control y recibir los beneficios de su esfuerzo, capacidad e inventiva individual. Por eso, una izquierda moderna tiene que facilitar, promover y apoyar la inversión privada.
La cuestión es que necesitamos inversiones a favor del desarrollo humano y resguardando el ambiente, y no en contra de la calidad de vida. Por eso en Lima la reforma del transporte promueve inversión privada en buses grandes con el patrón Euro4 cuyas emisiones de gases son muchísimo menores, ayudando así a reducir la contaminación del aire en nuestra ciudad.
Necesitamos diversificar nuestra economía, entrar a nuevos negocios y nuevos mercados, aprovechar sosteniblemente nuestra biodiversidad, sacar adelante la agricultura y el turismo, desarrollar la industria, dotarnos de nuevas fuentes de energía renovables. Necesitamos generar más empleo y mejorar la productividad y las condiciones de trabajo en las pymes y entre los pequeños agricultores y los pescadores artesanales.
Para eso, el Estado debe promover el acceso a mercados, financiar la innovación y el desarrollo tecnológico, facilitar el crédito, apoyar la capacitación de profesionales y técnicos, organizar las cadenas productivas y la asociatividad de las pymes y mantener un tipo de cambio competitivo.
El dinero no es un fin en sí mismo, como insistió hace años el Premio Nobel de Economía Amartya Sen. El objetivo es la Calidad de Vida y el Buen vivir, y para eso, queremos inversiones de las buenas, no de las malas.
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