El escenario internacional y las reformas de Castilla-Humala
Por Félix Jiménez
Nuestro país experimenta la más profunda crisis de liderazgo político.
La impostura y su consecuencia, la corrupción, han carcomido la ideología de
las derechas políticas y también sus liderazgos. No hay un solo líder
respetable porque ninguno es intelectualmente destacado y de comportamiento
público honrado o ético, Todos son corruptos directa o indirectamente. Por el
lado de las izquierdas y del progresismo, los liderazgos aún no son visibles,
pero hay un sentimiento generalizado de rechazo a la práctica de la impostura y
una esperanza de renovación. Esta crisis política converge con la crisis económica
internacional que ya ha puesto en cuestión al llamado «milagro económico
peruano». La confluencia de estos dos factores (la crisis política y la crisis económica)
es lo que define en sentido estricto la actual coyuntura, es decir, una oportunidad
para «hacer algo».
Las respuestas a la actual coyuntura
Nadie puede afirmar que habrá una pronta recuperación de la economía
internacional y que volveremos a seguir creciendo con superávit comerciales. En
los países del centro no se ponen de acuerdo sobre los factores generadores de
la recuperación sostenida. Los neoliberales piensan que se trata de generar
confianza en los inversionistas mediante ajustes fiscales y reducción de la
deuda. Los críticos del neoliberalismo, por su parte, están convencidos que no
hay recuperación posible sin estímulos de demanda mediante los gastos públicos
deficitarios. Pero para hacer sostenible la recuperación, los gastos deben acompañarse
con medidas redistributivas para superar la insuficiencia de demanda asociada a
la creciente desigualdad y al estancamiento de los salarios reales, y con una
agenda económica «verde» orientada a reducir la demanda de recursos energéticos
no renovables.
Un debate similar se está dando en nuestro país. Si ya no habrán
impulsos de demanda externos para continuar creciendo, el recurso a la demanda
interna no puede tener como objetivo reproducir la misma economía extractivista,
liderada por los sectores de construcción, comercio y servicios, que son
sectores de refugio de la gran mayoría de trabajadores de baja calificación,
mal pagados y de baja productividad.
Para los neoliberales criollos encabezados por Castilla-Humala se trata
de un tema de generación de confianza entre los inversionistas. Como no hay
problemas por el lado de los balances fiscales y monetarios ---hay recursos para impulsar la demanda
interna--, estos neoliberales piensan que las restricciones a la inversión y a la
confianza para asegurar su crecimiento, está por el lado de los procedimientos
administrativos. Las inversiones no aumentan
---dicen— por la presencia de una Estado flemático, tardo. La Ley del Servicio Civil –dicen— cambiará
esta situación. Las inversiones tampoco aumentan porque hay trabas
burocráticas. Para eliminarlas está la Ley que le otorga a la Comisión de
Eliminación de Barreras Burocráticas de INDECOPI, la facultad de multar a
funcionarios que «impongan barreras irracionales al mercado».
Hay que recordar que esa Comisión declaró ilegales a las ordenanzas
municipales orientadas a ordenar el transporte, proteger la seguridad y procurar
tranquilidad a las personas, con el argumento que ellas limitaban la
competencia y la inversión. Pero, esto no les importa. Castilla y Humala practican
el neoliberalismo de Estado, poniendo en primer lugar el beneficio privado, y socializando
sus riesgos y costos.
El
necesario un Cambio de rumbo
Las
reformas son de procedimientos y plazos administrativos, de regímenes laborales
y tributarios especiales, y punitivas. Para el gobierno la mayor restricción a
las inversiones privadas se encuentra en el ámbito burocrático estatal. En su lógica
neoliberal, el respeto a los derechos laborales, la regulación ambiental, el
cambio en la matriz energética, la diversificación productiva y creación de
mercados internos, la regulación de los mercados, el uso del salario mínimo
como instrumento de política de ingresos y de su redistribución, la reforma
tributaria, las inversiones en ciencia, tecnología e innovación, la
modernización de la infraestructura educativa y de salud, el equipamiento de
los hospitales, son temas subordinados porque no generan confianza entre los
inversionistas.
Humala ha
olvidado que el nacionalismo surgió como «una reacción programática contra la
modernización neoliberal excluyente. Que el nacionalismo es un programa
político de construcción de un Estado-Nación. Por lo tanto, es una propuesta de
cambio radical de un modelo que depreda los recursos naturales, que violenta la
legalidad y la democracia, y no genera desarrollo». A Humala ya no le importa que
el Estado esté privatizado ni piensa en su democratización.
Aprovechar
la coyuntura actual significa, entonces, para las izquierdas y el progresismo,
cambiar la manera de crecer y desarrollarnos. El crecimiento con impulsos de la
demanda interna no será sostenible si se mantiene el estilo extractivista de crecimiento. Para ganar liderazgo en la
actual coyuntura hay que impulsar, por ejemplo, medidas redistributivas junto
al cambio de la matriz energética.
A modo de conclusión
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