Lobby pesquero en el Congreso
Por Raúl Wiener
Como en los tiempos en que los barones del azúcar defendían sus intereses desde sus curules parlamentarias, o cuando los abogados de las mineras votaban en el Congreso para que no cayeran impuestos sobre sus asesorados, este jueves vimos convertirse a la supuesta casa de las leyes en la caja de resonancia de la Sociedad Nacional de Pesquería (SNP), empeñada en echar abajo el Decreto Supremo 005, que consideran una amenaza contra el monopolio depredador que ejercen sobre las riquezas del mar.
Pero personajes como Iberico y otros, no son ni propietarios ni abogados, ni estudiosos sobre el tema pesquero que pudieran hablar sobre algo que conocen. A lo sumo, los 53 parlamentarios que suscribieron la agresiva moción de interpelación contra la ministra Triveño, representan un fuerte lobby para defender intereses particulares, que corre además paralelo a otro que recorre la gran prensa y a algunos conocidos “líderes de opinión”.
“Enemiga de la pesca formal”, le espetó el que antes fuera el congresista de Baruch Ivcher, y que esta vez llegó a su curul de la mano de César Acuña y PPK, pero el tipo seguramente no sabe nada de historia ya que la pesquería ha cambiado muchas veces de mano en los últimos 40 años para ser lo que es hoy día.
Precisamente el valioso esfuerzo de Triveño tiene que ver con la formalización que no solo incluye el registro y control de las embarcaciones menores, sino el urgente cambio de situaciones impuestas por el poder de la gran pesca: (a) el respeto de las zonas de pesca artesanal y de consumo humano directo, para la preservación de las especies, la protección de fuentes de trabajo y en beneficio de la alimentación popular; (b) la supervisión autónoma de las capturas y descargas, que está actualmente a cargo de empresas pagadas por las pesqueras; (c) el cumplimiento con las multas impuestas por el Produce por violaciones al reglamento; (d) la eliminación de desechos con medidas de protección del mar; (e) el pago de impuestos sobre las ganancias reales y de derechos por el uso de la riqueza del mar; (f) el fin de la injerencia de la SNP en la dirección del ministerio, viceministerio de Pesquería, direcciones y jefaturas del sector (se acaba de nombrar como presidenta de la SNP a una exministra del Produce).
Para hablar de lo “formal” como un gran mérito, Iberico debería pronunciarse sobre esos puntos. De otro modo no pasará de ser un apañador del aprovechamiento irracional del mar peruano en una coyuntura de precios elevados de la harina de pescado en el mercado internacional, que lleva a pelear hasta la última milla, no importa si esto afecta a otros empresarios y trabajadores, al fisco que no cobra los impuestos que debería y a la mesa de la población peruana que sufre por que compra un pescado cada vez más caro.
Como en los tiempos en que los barones del azúcar defendían sus intereses desde sus curules parlamentarias, o cuando los abogados de las mineras votaban en el Congreso para que no cayeran impuestos sobre sus asesorados, este jueves vimos convertirse a la supuesta casa de las leyes en la caja de resonancia de la Sociedad Nacional de Pesquería (SNP), empeñada en echar abajo el Decreto Supremo 005, que consideran una amenaza contra el monopolio depredador que ejercen sobre las riquezas del mar.
Pero personajes como Iberico y otros, no son ni propietarios ni abogados, ni estudiosos sobre el tema pesquero que pudieran hablar sobre algo que conocen. A lo sumo, los 53 parlamentarios que suscribieron la agresiva moción de interpelación contra la ministra Triveño, representan un fuerte lobby para defender intereses particulares, que corre además paralelo a otro que recorre la gran prensa y a algunos conocidos “líderes de opinión”.
“Enemiga de la pesca formal”, le espetó el que antes fuera el congresista de Baruch Ivcher, y que esta vez llegó a su curul de la mano de César Acuña y PPK, pero el tipo seguramente no sabe nada de historia ya que la pesquería ha cambiado muchas veces de mano en los últimos 40 años para ser lo que es hoy día.
Precisamente el valioso esfuerzo de Triveño tiene que ver con la formalización que no solo incluye el registro y control de las embarcaciones menores, sino el urgente cambio de situaciones impuestas por el poder de la gran pesca: (a) el respeto de las zonas de pesca artesanal y de consumo humano directo, para la preservación de las especies, la protección de fuentes de trabajo y en beneficio de la alimentación popular; (b) la supervisión autónoma de las capturas y descargas, que está actualmente a cargo de empresas pagadas por las pesqueras; (c) el cumplimiento con las multas impuestas por el Produce por violaciones al reglamento; (d) la eliminación de desechos con medidas de protección del mar; (e) el pago de impuestos sobre las ganancias reales y de derechos por el uso de la riqueza del mar; (f) el fin de la injerencia de la SNP en la dirección del ministerio, viceministerio de Pesquería, direcciones y jefaturas del sector (se acaba de nombrar como presidenta de la SNP a una exministra del Produce).
Para hablar de lo “formal” como un gran mérito, Iberico debería pronunciarse sobre esos puntos. De otro modo no pasará de ser un apañador del aprovechamiento irracional del mar peruano en una coyuntura de precios elevados de la harina de pescado en el mercado internacional, que lleva a pelear hasta la última milla, no importa si esto afecta a otros empresarios y trabajadores, al fisco que no cobra los impuestos que debería y a la mesa de la población peruana que sufre por que compra un pescado cada vez más caro.
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