El reciente crecimiento económico: ¿Milagro Peruano?
Por Félix Jiménez
Hay economistas y analistas aficionados a la economía que, a propósito del notable crecimiento económico de los últimos años, hablan de un «milagro peruano». Lo dicen no porque sea un resultado de la buena suerte, sino porque, en un país acostumbrado a las «malas políticas», perciben como un milagro que se estén aplicando buenas políticas macroeconómicas de manera sostenida. Lo curioso es que entre estas políticas mezclan, junto a la fiscal y monetaria, la flexibilidad cambiaria. Es curioso porque no reparan en los efectos anti-industriales de la apreciación cambiaria originada, en parte, por el continuo influjo de capital internacional, ni toman en cuenta la histórica restricción externa al crecimiento de largo plazo de nuestra economía.
El crecimiento espectacular de las importaciones originado por las políticas neoliberales, está conspirando contra el superávit comercial asociado a los todavía altos precios de los metales. Este superávit ya muestra una tendencia a la reducción: fue equivalente a un promedio de 4.9% del PBI en el años 2010-2011, y se redujo a 2.3% del PBI en el año 2012. Es importante señalar, además, que desde la segunda mitad del año 2011, hay una tendencia decreciente de las exportaciones. En febrero de este año comparado con el mismo mes del año 2011, las exportaciones se redujeron en 20.9% y las exportaciones tradicionales cayeron en 25%. En el mismo período las importaciones totales crecieron 11%. Esto significa que se está reduciendo el estímulo al crecimiento por el lado de boom de los precios de los commodities.
Cuando la matriz productiva de una economía es poco diversificada, el impulso al crecimiento económico mediante la expansión de la demanda interna, impacta negativamente sobre su sector externo. Parte importante de este impulso se va a importaciones. El gasto de inversión tiene un alto componente importado que ha crecido con la desregulación neoliberal. En el año 1997 las importaciones de insumos y bienes de capital constituían el 54.1% de la inversión privada; este porcentaje subió a 86.4% en el año 2011. Hemos corrido demasiado para permanecer en el mismo sitio, como en el país de la Reina en «Alicia a través del espejo» de Lewis Carroll.
Hay economistas y analistas aficionados a la economía que, a propósito del notable crecimiento económico de los últimos años, hablan de un «milagro peruano». Lo dicen no porque sea un resultado de la buena suerte, sino porque, en un país acostumbrado a las «malas políticas», perciben como un milagro que se estén aplicando buenas políticas macroeconómicas de manera sostenida. Lo curioso es que entre estas políticas mezclan, junto a la fiscal y monetaria, la flexibilidad cambiaria. Es curioso porque no reparan en los efectos anti-industriales de la apreciación cambiaria originada, en parte, por el continuo influjo de capital internacional, ni toman en cuenta la histórica restricción externa al crecimiento de largo plazo de nuestra economía.
La restricción externa
Los ciclos económicos en Perú están asociados a los
ciclos de la economía internacional y/o a los ciclos de los precios de los
minerales. Hay bastante evidencia empírica sobre este hecho. Por eso no es una
novedad el alto crecimiento reciente. En los años sesenta crecimos por varios
años, incluso a tasas más altas.
Tampoco es nuevo que el crecimiento actual sea acompañado
por un vector de exportaciones dominado por los productos tradicionales, entre
los cuales destacan los minerales. A comienzos de este siglo, estos productos
representaban el 72% del total exportado y en los últimos tres años alcanzaron
un promedio de 76.8%. No hay cambios
significativos a favor de las exportaciones no-tradicionales.
Lo que sí es nuevo, es la notable penetración de
importaciones que ha sufrido nuestra economía en las últimas décadas. No solo
importamos más de lo que producen juntos la agricultura y la manufactura, sino
que la propensión media a importar ---el ratio de importaciones a demanda
interna--, se ha más que duplicado: de 10.2% en 1987 se pasó a 18.4% en 1997 y
a 22.6% en 2008, todos años-pico del ciclo económico. En el año 2012 ésta
propensión registra el valor de 21.9%. Aumentó significativamente, por lo
tanto, la elasticidad de las importaciones respecto a demanda interna. En el
período 1957-1975, que incluye los años de auge de una industria adicta a
importaciones, la elasticidad era de 1.2; y, en el período 1990-2012, años de
dominio de las políticas neoliberales, subió a 2.33.
El crecimiento espectacular de las importaciones originado por las políticas neoliberales, está conspirando contra el superávit comercial asociado a los todavía altos precios de los metales. Este superávit ya muestra una tendencia a la reducción: fue equivalente a un promedio de 4.9% del PBI en el años 2010-2011, y se redujo a 2.3% del PBI en el año 2012. Es importante señalar, además, que desde la segunda mitad del año 2011, hay una tendencia decreciente de las exportaciones. En febrero de este año comparado con el mismo mes del año 2011, las exportaciones se redujeron en 20.9% y las exportaciones tradicionales cayeron en 25%. En el mismo período las importaciones totales crecieron 11%. Esto significa que se está reduciendo el estímulo al crecimiento por el lado de boom de los precios de los commodities.
Podemos afirmar, entonces, que las políticas que
desregularon los mercados y el sector externo de la economía, han acentuado la
restricción de la balanza de pagos al crecimiento de largo plazo de la
economía.
La descomposición del crecimiento económico
El deterioro del sector externo no es resultado sólo
de la desregulación neoliberal y de las rebajas arancelarias contempladas en el
TLC firmado con China, sino también de la caída sistemática del tipo de cambio
real desde el primer mes del segundo gobierno de Alan García, y del impulso al
crecimiento mediante la expansión de la demanda interna para contrarrestar los
efectos de la desaceleración de la economía internacional.
La expansión de la demanda interna no sólo produce
un aumento significativo de las importaciones, sino también un efecto
sustitución negativo, es decir, una pérdida de mercado interno. Entre el 2006 y
el 2012 se perdió mercado en un promedio equivalente a un punto porcentual del
crecimiento del PBI. Este crecimiento fue de 6.9% promedio anual. Además de la
pérdida de mercado, el coeficiente de exportaciones a producto se redujo de
20.5% en 2006 a 17.7% en 2012, revirtiéndose así su tendencia creciente que
alcanzó un máximo (21.9%) en 2005.
Si se compara la estructura del crecimiento
económico durante 2006-2012, con la estructura del crecimiento durante 2001-2006,
es notorio que en el primer periodo se exacerba la penetración de las
importaciones en el mercado interno, al mismo tiempo que cambia la tendencia
del coeficiente de exportaciones. Por otro lado, solo en el período 2006-2012
la demanda externa afecta al crecimiento del PBI: lo reduce en 1.28 puntos
porcentuales.
A modo de conclusión
Cuando la matriz productiva de una economía es poco diversificada, el impulso al crecimiento económico mediante la expansión de la demanda interna, impacta negativamente sobre su sector externo. Parte importante de este impulso se va a importaciones. El gasto de inversión tiene un alto componente importado que ha crecido con la desregulación neoliberal. En el año 1997 las importaciones de insumos y bienes de capital constituían el 54.1% de la inversión privada; este porcentaje subió a 86.4% en el año 2011. Hemos corrido demasiado para permanecer en el mismo sitio, como en el país de la Reina en «Alicia a través del espejo» de Lewis Carroll.
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