EL FORTALECIMIENTO DE PETROPERÚ
Por Jorge Manco Zaconetti
Asumiendo como supuesto válido las inversiones proyectadas en la
modernización integral de la refinería de Talara aumentando su capacidad de
refino a 160 mil barriles diarios, las inversiones colaterales como la ampliación
de las unidades de destilación al vació y craqueo catalítico, más la unidad de
tratamiento de crudo pesados, planta de ácido sulfúrico y sobre todo la unidad para reducir a 50
partes por millón el contenido de azufre en el diesel 2, más otras inversiones
estimadas en su conjunto en más de 3,450 millones de dólares, sería
recomendable la compra directa o en forma asociada por parte de PetroPerú del 51%
de las acciones que tiene Repsol en la refinería La Pampilla, estaciones de
servicios y planta de envasado de gas licuado de petróleo.
Este sería el más claro ejemplo de reconocimiento que fue un grave
error económico, técnico y político la decisión de privatizar por partes las
unidades que conformaban PetroPerú a inicios de la década de los noventa del
siglo pasado. Esta iniciativa se inició en
1992, con la transferencia al sector privado de lotes productores supuestamente
marginales en los campos de Talara, con la privatización de filiales como
grifos, Solgás, Petromar, Transoceánica, terminales etc.
Constituyendo la transferencia más significativa la privatización de la refinería La Pampilla
conjuntamente con los lotes 8/8X en la selva (Pluspetrol) y del lote X (Pérez
Companc-Petrobras). Ha sido tan rentable el negocio y la renta petrolera
obtenida en ambos lotes que permitieron el fortalecimiento empresarial de
la argentina Pluspetrol que de ser una
empresa marginal en su país, pudo adquirir el lote 1-AB en el año 2000 y
financiar más tarde su participación del 27.20 % en el Consorcio Camisea,
alcanzando talla internacional.
Por ello, el fortalecimiento y modernización de PetroPerú presupone la
integración vertical, con el control de las reservas probadas en los contratos
próximos a su vencimiento en especial del Lote 1-AB ahora denominado lote 192,
más los lotes de Talara y sobre todo con las reservas probadas del lote 64
(Talismán) transferido sin costo alguno recientemente a PetroPerú .
La integración vertical de PetroPerú, con lotes propios, las dos
refinerías modernizadas, el oleoducto norperuano, terminales, la distribución
mayorista y distribución minorista con grifos propios más la planta de envasado
de gas licuado de petróleo (GLP) sería el renacimiento de la petrolera estatal,
que tendría que ser sometida a un proceso de reestructuración empresarial, con
una participación privada mediante la cotización de las acciones en la bolsa de
valores siguiendo el modelo de Petrobras.
El éxito de la petrolera estatal brasileña que funciona en el mercado
como empresa minimizando el intervencionismo político, al margen de la voluntad política de su clase dirigente por
su potenciamiento, es la participación del 49% de sus acciones que se cotizan
en las principales bolsas del mundo, con una restricción contractual, ningún
tenedor privado puede superar el 1% de participación accionaria, y el Estado
por medio de la banca estatal y de fomento retiene el 51% de las acciones.
Se menciona el caso de Petrobras en el Perú por su posible retiro de
sus operaciones ante la prioridad de sus inversiones millonarias en el Brasil,
donde explotarían las reservas más importantes descubiertas en aguas profundas,
reservas que convertirían a dicho país en una gran potencia hidrocarburífera.
De allí, el interés de transferir o vender el lote X de Talara con importantes
reservas probadas de petróleo y gas, y la participación en los lotes 58 (100%) y el 57 asociado con Repsol, ante el
real desinterés de nuestro gobierno por desarrollar el gaseoducto sur andino.
Esta posibilidad de participación e integración de PetroPerú en los
lotes cuyos contratos están próximos a su vencimiento, (Lotes II, III/IV,
VI/VII, y 1-AB) más el lote 64 de la selva, y la participación en el lote X,
haría posible el financiamiento integral de la refinería de Talara y la compra
de las acciones de Repsol en la refinería de La Pampilla, estaciones de
servicios y planta de envasado de GLP.
¿POR QUÉ IMPORTA LA PAMPILLA?
Desde sus orígenes con las refinerías de Talara con 65 mil barriles
diarios de capacidad y La Pampilla con 105 mil barriles, antes de su
privatización bajo responsabilidad de la petrolera estatal, existía una
complementariedad entre ambas y una segmentación en el mercado de combustibles
para satisfacer en calidad y oportunidad el mercado nacional, sobre todo en
provincias donde necesariamente no resulta atractiva la inversión privada.
El mejor balance técnico refinero de Talara con una mayor capacidad de
tratamiento de la unidad de craqueo catalítico, sumada a la calidad del crudo
del noroeste le permite obtener una mayor proporción del diesel 2, más GLP y
una menor producción de residuales en relación a su competencia.
Es más, en razón del “efecto sustitución” de Camisea, el gas natural
utilizado en la generación eléctrica ha provocado una sobreabundancia de los
petróleos industriales o residuales, que en buena parte son exportados por
Repsol hacia Chile, donde la petrolera estatal ENAP los reprocesa convirtiéndolos
en gasolinas de alto octanaje y diesel con 50 partes por millón de azufre
gracias a la modernización de sus refinerías. Y parte de esa producción se
exporta hacia al Perú sirviéndose de su filial Manu Holding de Combustibles. Es
decir, la petrolera estatal chilena se ha integrado a nivel internacional,
controlando el 49% de la principal cadena de distribución conjuntamente con el
grupo Romero en la cadena “Primax” que también estaría interesada en la compra
de la participación del 51% de Repsol.
La privatización de la refinería La Pampilla en 1996 por un lado y la
transferencia del lote 8/8X a Pluspetrol, quebró la unidad y la integración que
tenía la refinería con la producción del crudo de la selva norte, que disminuía
en volúmenes y en calidad transitando hacia los crudos pesados. Esta
disminución dramática de la producción de crudo en la selva nororiental (lotes
8 y 1-AB) ha determinado que más del 95% del crudo que procesa Repsol sea
importado, principalmente petróleo del Ecuador, Colombia, y África.
Quién asuma las acciones de Repsol en La Pampilla igualmente tendrá que
seguir importando petróleo y diesel con 50 partes por millón de azufre para
abastecer el mercado de Lima y la macro región del sur, y realizar las
inversiones ambientales que constituyen un mandato legal. Solamente las
inversiones ambientales obligatorias en cada una de las dos refinerías tendrían
un valor aproximado de 800 a 1,000 millones de dólares.
Esta es una de las razones principales por las cuales Repsol está
ofreciendo el 51% de su participación en las acciones de la refinería La
Pampilla más la cadena de grifos y la planta de envasado y distribución de
Solgás que controla un 40% de la distribución del GLP.
Estas inversiones ambientales para retirar el azufre de los
combustibles en especial del diesel 2 es de una lenta recuperación en cuanto
inversión privada pues no se puede trasladar fácilmente al consumidor final.
Por ello, se reconoce que tales inversiones constituyen “costos hundidos” que
disminuyen el margen refinero.
Por el contrario, es responsabilidad del Estado en el marco del rol
subsidiario hacer tales inversiones por la salud de los millones de peruanos
promoviendo la producción eficiente y el
consumo de combustibles limpios, a partir de una producción propia por más
mínima que sea, pero accediendo a la renta petrolera que asegura una
rentabilidad que se incrementaría con el margen de refino y comercial
proveniente de los grifos.
En esa lógica considero recomendable la compra de las acciones de
Repsol en la refinería La Pampilla por parte del Estado teniendo como operador
a PetroPerú, en especial por la cadena de distribución minorista y la planta de
envasado y distribución del gas licuado de petróleo.
Los 400 o 500 millones de dólares que pudiera valer el 51% de las
acciones de Repsol, más los 1,000 millones que sería el costo de la inversión
ambiental y los pasivos corrientes de Repsol al 2012 por un valor de 407
millones y pasivos a largo plazo de 409 millones de dólares constituyen montos
manejables para una regulación moderna
del mercado con una gestión eficiente y transparente de PetroPerú en el mercado
de combustibles con una participación cercana al 90% en representación del Estado, dejando abierta la posibilidad de
las importaciones a cualquier operador privado.
Si se tiene presente que las importaciones del diesel 2 con 50 partes
por millón de azufre efectuadas básicamente por PetroPerú y en menor cuantía
por Repsol destinadas por ahora cubrir el mercado de Lima y Callao y parte de
la macro región sur superaron desde el 2005 al 2012 más de 7,061 mil millones
de dólares (Ver cuadro Importación de Diesel 2/ 50 PPM). Solamente en el 2012 dichas
compras representaron la friolera de 1,280 millones de dólares. Por tanto,
creemos que la modernización de ambas refinerías y la participación en La
Pampilla por parte del Estado está más que justificada.
Los voceros empresariales de la derecha y sus acólitos expresarán que
se trata de una propuesta estatista, violatoria del rol que establece el
mandato constitucional, que comprometería millonarias inversiones que debieran
ser usadas en la salud y educación. Aduciendo que PetroPerú se convertiría en
un monopolio en el mercado de combustibles. Todos estos argumentos carecerían
de fundamento con una efectiva regulación.
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