Pobreza en América Latina 2012
Por Carlos Parodi
De acuerdo con cifras recientes de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), la pobreza en América Latina en 2012 fue de 28.8% de la población, es decir, cerca de la tercera parte. En número de pobres, significó 167 millones; ambas cifras vienen disminuyendo desde 2002 de manera ininterrumpida, comportamiento que coincide con el ciclo expansivo o de crecimiento fuerte de la región. Resulta por lo menos curioso señalar que en 1980 la proporción de pobres fue de 40.5%, es decir, 136 millones o 31 millones menos que en 2012. Aunque suene una verdad evidente, el crecimiento demográfico sí importa.
De acuerdo con cifras recientes de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), la pobreza en América Latina en 2012 fue de 28.8% de la población, es decir, cerca de la tercera parte. En número de pobres, significó 167 millones; ambas cifras vienen disminuyendo desde 2002 de manera ininterrumpida, comportamiento que coincide con el ciclo expansivo o de crecimiento fuerte de la región. Resulta por lo menos curioso señalar que en 1980 la proporción de pobres fue de 40.5%, es decir, 136 millones o 31 millones menos que en 2012. Aunque suene una verdad evidente, el crecimiento demográfico sí importa.
Dentro de los 167 millones de pobres, 66 son pobres extremos o
indigentes. ¿Cuál es la diferencia entre ambos? El método usado y que
fue explicado en un post anterior es denominado "método de la pobreza
monetaria o absoluta", que define como pobre a todo aquél cuya gasto
diario sea menor que el costo de una canasta básica compuesta por bienes
y servicios que satisfacen necesidades básicas alimenticias y no
alimenticias. Ahora bien, si la canasta solo contiene bienes
alimenticios, aquellos cuyo gasto sea menor que ese monto, son
catalogados como pobres extremos.
Un hallazgo
interesante está relacionado con el análisis de lo siguiente: ¿qué
proporción de la reducción se debe al crecimiento económico y qué parte a
la redistribución? Definamos ambos. Por "efecto crecimiento" se
entiende el cambio en la proporción de pobres que se hubiera obtenido
con la variación observada en el ingreso promedio de los hogares
suponiendo que no hubo cambio alguno en la distribución del ingreso.[1] Por
otro lado, el efecto distribución indica cuál hubiera sido la variación
en la tasa de pobreza si el ingreso promedio por habitante no se
hubiera modificado en el período analizado. Entonces, la reducción se la
pobreza se atribuye a dos componentes: por un lado al crecimiento
económico y por otro, a una mejora en la distribución, un efecto más
relacionado con las políticas sociales del gobierno.
En
el caso peruano, para el período comprendido entre 2008 y 2011, el
porcentaje de pobres se redujo de 36.2% a 27.8%, es decir, 8.4 puntos
porcentuales. De ese total, 6.4 puntos (76%) corresponden al crecimiento
y solo 2.0 (24%) a las mejoras en la distribución. ¿Qué se puede
concluir? De manera preliminar dos cosas: en primer lugar, en el Perú un
crecimiento económico alto y sostenible es indispensable (más que en
otros países) para la reducción de la pobreza; en segundo lugar, los
programas sociales no tienen los impactos esperados; por eso muchos
peruanos no "sienten" los beneficios del crecimiento. No llegan o no
impactan los programas de inclusión social. Y eso está relacionado con
la reforma del Estado. Las mejoras en la calidad de la educación pública
y el acceso a una atención de la salud de calidad, son fundamentales,
pues sin un capital humano adecuado no es posible sostener el
crecimiento económico futuro, ni que los excluidos se beneficien del
crecimiento.
Si el crecimiento económico es la
clave para reducir la pobreza, ¿cuál es el canal fundamental? Los
aumentos en los ingresos laborales. Efectivamente, un informe reciente
preparado por Apoyo, señala que entre 2007 y 2012, el empleo dependiente
y el salario real por hora en Lima crecieron 20%; sin embargo, los
empleos aumentaron más a medida que el nivel educativo aumentaba; es
decir, el número de empleados que tienen como máximo educación
secundaria completa aumentó 4% entre 2007 y 2012; aquellos con educación
técnica en 19%, mientras que la demanda por empleados con educación
superior universitaria aumentó en 40%. Las empresas demandan
trabajadores con altos niveles de calificación. El problema está en la
calidad de la educación. El crecimiento económico genera más empleo si
existen personas con las calificaciones adecuadas y ello está
estrechamente relacionado con la educación, no solo con el nivel
alcanzado, sino con la pertinencia de la misma. En los últimos diez
años, los presupuestos públicos asignados a educación casi se han
triplicado. ¿Acaso ha mejorado la educación pública? En el nivel
universitario, ¿no será necesario vigilar la calidad de la educación
ofrecida?
[1] El crecimiento económico se define como el
aumento en el ingreso promedio por habitante.
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