PETROPERÚ ESENCIA DE LA PERUANIDAD EN SU ENCRUCIJADA
Por Jorge Manco Zaconetti
Todos los 9 de Octubre se conmemora un aniversario más
en la partida de nacimiento de Petróleos del Perú S.A. la empresa más
importante de la economía peruana tanto por los ingresos generados como por el
abastecimiento seguro y oportuno de combustibles a lo largo y ancho del país,
donde necesariamente no llega la competencia sea Repsol/YPPF y/o Pluspetrol
empresa vinculada a la transnacional española. Todo ello a pesar de no producir
un barril de crudo ni una molécula de gas natural ni envasar un balón de gas
licuado de petróleo (GLP)
Por tanto, cabe preguntarse puede ser considerada
acaso una empresa petrolera aquella que no produce o extrae un barril de crudo
por un lado y por el otro, que no tiene “bocas de salidas” para la venta al
público a través de estaciones de servicios (grifos) de los combustibles que
procesa. Evidentemente la respuesta es negativa. En tal sentido, la
racionalidad técnico/económico impone la integración vertical de sus
operaciones, entre la producción, refino, distribución y comercialización de
combustibles.
La presencia de PetroPerú es motivo de controversia, a
pesar de la simpatía e identificación de
las mayorías nacionales con la petrolera estatal. Por ello, a pesar de sus
debilidades internas, de las limitaciones que le impone un modelo económico que
restringe sus actividades al rol subsidiario, a la castración de sus ingresos
por parte del ministerio de Economía y Finanzas, a los múltiples usos de los
gobiernos de turno, desde una política indiscriminada de subsidios (1985/1990)
a un descuartizamiento de sus activos y filiales por medio de la privatización,
PetroPerú, constituye un baluarte de la peruanidad. Es más, por estrictas
razones de servicio al interés público, la petrolera estatal debe ser
fortalecida y modernizada
En tal sentido, el compromiso de este gobierno tanto
en su plataforma programática de la “Gran Transformación” como de la “Hoja de
Ruta”, pasaba por el necesario fortalecimiento de la petrolera estatal que se
desdice con la práctica y el discurso de los principales hacedores de la
política energética, sea el ministro de Economía y Finanzas, el ministro de
Energía y Minas como la responsable de Perúpetro, al margen de la soledad,
indecisiones y buenas intenciones del representante de PetroPerú.
Por ello, sirvan estas líneas para mi homenaje a todos los
que hacen e hicieron posible la realidad de PetroPerú. Me refiero no solamente
a los militares nacionalistas representados por el General Juan Velasco
Alvarado que sintetizó una vieja aspiración nacional en la recuperación de los
campos petroleros a manos de IPC, sino a todos los que desde los años treinta
del siglo pasado lucharon por el derecho que sean los peruanos los que decidan
los destinos y gocen de los beneficios de la explotación de los hidrocarburos,
al servicio de millones de peruanos generando competitividad a la industria
nacional.
SOBRE LAS
EXPECTATIVAS
El camino al infierno está preñado de buenas
intenciones señala un refrán popular. Por ello, las declaraciones de los
máximos hacedores de la política energética apuntan a promover la presencia de
PetroPerú en más de 35 lotes de hidrocarburos próximos a licitar en una campaña
de promoción de las inversiones de riesgo.
En verdad, resultan laudables las intenciones de
Perúpetro de condicionar la participación de PetroPerú como socio minoritario
con una participación mínima de 25% a una máxima de 49%. Si al mismo tiempo el
organismo promotor de las inversiones y encargado de supervisar los contratos
de hidrocarburos pretende superar el abono de regalías, que en las últimas
licitaciones han promediado una tasa de 26%.
Estos contratos de asociación, más conocido como
“joint ventures” tienen múltiples fórmulas y constituyen viejas prácticas en el
negocio petrolero, y aparentemente serían favorables al Estado peruano y por
tanto a PetroPerú, como afirman las más altas autoridades del sector.
Lamentablemente no comparto tales expectativas, pues
si se exige una participación minoritaria de PetroPerú del 25%, las más altas
regalías, los mayores compromisos de inversión más el pago del 30% por concepto
de impuesto a la renta, esta figura no resiste el mayor análisis económico, y
en lugar de alentar la inversión de riesgo, que requiere el país, se terminará
por el contrario desalentando el capital de riesgo, máximo cuando se requiere
perforar no menos de 15 pozos de exploración para encontrar un pozo
económicamente rentable.
En verdad, estas propuestas a mi real entender
constituyen un distractor de la opinión pública y del interés nacional en
relación a los contratos de hidrocarburos próximos a su vencimiento entre los
años 2013 al 2015, tales como los contratos de los lotes II, III y IV, VI y VII
y sobre todo el lote 1-AB, todos con reservas probadas, y probables de
hidrocarburos que superan los 310 millones de barriles.
De allí nuestra posición directa, sin medias tintas, transparente,
respetuosa de los contratos y las leyes. Estas reservas de hidrocarburos deben
ser asignadas directamente a PetroPerú, en el marco de la ley de
fortalecimiento y modernización, y debiera ser la petrolera estatal la que evalúe
su asociación con operadores privados, y la modalidad de contratación en
función de las características de cada contrato, regalías comprometidas y lote
de explotación, que insisto tienen reservas probadas y probables donde el
riesgo es mínimo.
Así, será PetroPerú la que debiera analizar la
conveniencia de la explotación directa o en participación en aquellos lotes con
una producción de 600 barriles diarios y tasas de regalías de 52%, con
compromisos de inversión en los llamados lotes marginales que alguna vez fueron
parte de sus activos.
Lo cierto es que PetroPerú no puede ser socio
minoritario en las reservas probadas y probables que le pertenecen o son
patrimonio de la Nación, y que evidentemente constituyen un negocio atractivo y
rentable en su explotación, como sería el caso del lote 1-AB, el más importante
de todos los contratos próximos a su vencimiento, en cuanto a los volúmenes de
reservas probadas y probables, con más de 259 millones de barriles al 2011.
Por ello, resulta inaceptable promover la
participación minoritaria en lotes con reservas probadas de hidrocarburos que
tienen un valor económico, sujeto a crédito internacional por cualquier entidad
financiera, y que resultan fundamentales para que la petrolera estatal pueda
financiar en el largo plazo la modernización de su activo más importante la
Refinería de Talara, cuyo costo final superará los 2,500 millones de dólares.
En tal sentido, los promotores de la fórmula en
PerúPetro bajo inspiración y presión de los titulares del ministerio de Energía
y Minas, que propone la participación mínima de PetroPerú del 25% en los
contratos de los lotes próximos a licitar, con las mismas tasas y/o mayores
tasas de regalías, máximos compromisos de inversión más las actividades propias
de la consulta previa, debieran explicar los resultados del DS 017-2003 norma
que promueve la inversión exploratoria de riesgo en nuestro país.
Así, desde la vigencia del DS 017 en los inicios del
gobierno del Presidente Alejandro Toledo, se han firmado más de 50 contratos de
hidrocarburos con tasas mínimas de regalías del 5% que podrían llegar al 20%
siempre y cuando la producción supere los 100 mil barriles diarios de
hidrocarburos o su equivalente en gas natural. Por tanto, a pesar de los
atractivos de la norma para promover la inversión de riesgo no se han obtenido
los resultados esperados.
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