Mejor Minería en las dosis adecuadas

 Por Pedro Francke


El Presidente Humala anunció unas semanas atrás una nueva minería en el Perú. Es urgente abrir un diálogo nacional sobre la minería que queremos, para que no sigan aumentando los conflictos sociales y daños ambientales.
Es necesario que se cambien las regulaciones ambientales, para que se detenga la contaminación y se protejan nuestros ecosistemas, en especial las lagunas y ríos. Si ya hemos visto tantas veces que los estudios de impacto ambiental realizados por las propias empresas mineras encubren serios problemas, si al EIA aprobado del proyecto Tía María al ser revisado por una agencia de las Naciones Unidas se le encontró más de cien deficiencias, si el peritaje del EIA de Conga contratado por el minero Valdés realizó observaciones, ¿qué está esperando el gobierno para cambiar este sistema de evaluación ambiental tan deficiente?
La consulta a los pueblos indígenas, la aplicación de un ordenamiento territorial para asegurar que solo haya minería donde conviene para el desarrollo sostenible, y la necesaria transparencia de las empresas en relación a sus ingresos e impuestos pagados, son otras medidas fundamentales para una nueva minería.
Además, la historia nos ha mostrado que la minería trae consigo un fuerte impacto político, y no precisamente bueno. A nivel internacional, estudios econométricos muestran que los países extractivistas son más inestables y más corruptos. En el Perú, las empresas mineras han financiado campañas de congresistas que luego los defienden, tienen relaciones privilegiadas con ministros, han hecho espionaje telefónico ilegal y pagan a una policía que persigue a sus opositores; todo eso, a pesar de ser de propiedad de extranjeros. Proteger la democracia y los derechos humanos es también un tema de la agenda minera.
Hay además que discutir cuanta minería queremos. La visión neoliberal es que sean los inversionistas quienes decidan, y mientras más, mejor. Pero la vida misma nos enseña que incluso cosas buenas se convierten en negativas cuando son excesivas, como la comida, el trabajo y el alcohol. Las medicinas salvan vidas pero hay que tomarlas en las dosis recetadas; tomadas en exceso hacen daño. La minería, además de los daños ambientales que se acumulan, nos ha traído conflictos sociales y desconfianza. Un boom de la inversión minera también traería consigo la enfermedad holandesa, afectando a una industria nacional cuyo crecimiento ya prácticamente se ha paralizado (está en apenas 2% por efecto de la crisis internacional).
La inversión minera durante el quinquenio de García fue de 10 mil millones de dólares y el crecimiento económico fue alto, pero sin desarrollo social, con alta desigualdad y conflictos agudizándose. Si esa inversión, como se ha programado, se quintuplica hasta llegar a los 50 mil millones durante el gobierno de Humala, ¿cuántos más conflictos e inestabilidad política tendríamos?
Los minerales, como el alcohol, las medicinas y los chocolates, es bueno tenerlos a la mano pero irlos sacando de la despensa de a pocos. Es parte de una vida saludable.

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