¡Despierte de su sueño democrático!
Por Juan Carlos Ubilluz*
La declaración del estado de emergencia en tres provincias de Cajamarca es una las figuras de lo que el filósofo Giorgio Agamben llama estado de excepción. Al declarar el estado de excepción (estado de emergencia, ley marcial, estado de sitio, etc.), el estado suspende la ley escrita para afirmar el espíritu de la ley, que es el de preservar el orden social. Y la idea central de Agamben es que en el mundo de hoy vivimos en un permanente estado de excepción, que este se ha vuelto la regla, lo normal. El estado de emergencia en Cajamarca no es por tanto realmente excepcional: es tan solo la prueba de que el actual “estado de derecho” en el Perú es insostenible sin el estado de excepción.
Entonces, la pregunta es: ¿cuál es el espíritu de ley que se quiere sostener con la declaración del estado de emergencia?, ¿cuál es el orden social que se pretende preservar con el estado de excepción? La respuesta es evidente: la ley de la inversión extranjera, el orden social constituido por la alianza entre el estado, el capital nacional y el gran capital extranjero. Así, cuando Ollanta Humala advierte sobre la necesidad de hacer respetar el estado de derecho, hay que saber a lo que se refiere: el estado de derecho no es otra cosa que la normalización del poder económico por la vía excepcional.
Por ello, decir en estos momentos que debemos despertar del sueño de la Gran Transformación es a todas luces insuficiente. De lo que debemos despertar de una vez por todas es del sueño de que vivimos en democracia, en un régimen en el que el pueblo puede ejercer el poder para el pueblo, incluso si este contradice a la excepcionalidad del poder económico. Lo que está ocurriendo en Cajamarca no es una señal de alarma de que la democracia está en peligro, es más bien la alarma del reloj despertador.
¿Le sorprende a usted que los soldados del ejército peruano ocupen Cajamarca, como si se tratase de un territorio extranjero, para defender los intereses de una empresa extranjera? ¿Le sorprende a que los policías se transporten en vehículos de la empresa Yanacocha? ¿Le sorprende que Ollanta Humala dé un mensaje a la nación donde asegura que Yanacocha se compromete a preservar dos de las cuatro lagunas en disputa y que horas después Roque Benavides manifieste que la empresa no se compromete a nada porque “es muy difícil controlar ese tipo de cosas”? ¿Le sorprende, de verdad de verdad le sorprende? Pues no debería sorprenderle, si desde el fujimorismo el estado peruano ha dejado de esconder aquello que en otras épocas era un escándalo: en breve, que está al servicio del capital extranjero. ¿Y le sorprende que la policía haya detenido a Marco Arana, mientras estaba tranquilamente sentado en la banca de una plaza, y que lo hayan golpeado en el suelo antes de llevárselo a la comisaría, donde lo volvieron a golpear? Pues tampoco debería sorprenderle: todo aquel que se oponga al avance del capital, incluso si lo hace en nombre del medio ambiente y de la salud de las comunidades, es enemigo del estado y será tratado como tal.
No se sorprenda. Ya no estamos para eso. Simplemente despierte de una vez de su sueño democrático. Usted vive en la era del capitalismo de alta intensidad. Usted vive en estado de excepción.
* Doctor en Literatura por la Universidad de Austin, Texas. Docente PUCP, UNMSM y Escuela Lacaniana.
La declaración del estado de emergencia en tres provincias de Cajamarca es una las figuras de lo que el filósofo Giorgio Agamben llama estado de excepción. Al declarar el estado de excepción (estado de emergencia, ley marcial, estado de sitio, etc.), el estado suspende la ley escrita para afirmar el espíritu de la ley, que es el de preservar el orden social. Y la idea central de Agamben es que en el mundo de hoy vivimos en un permanente estado de excepción, que este se ha vuelto la regla, lo normal. El estado de emergencia en Cajamarca no es por tanto realmente excepcional: es tan solo la prueba de que el actual “estado de derecho” en el Perú es insostenible sin el estado de excepción.
Entonces, la pregunta es: ¿cuál es el espíritu de ley que se quiere sostener con la declaración del estado de emergencia?, ¿cuál es el orden social que se pretende preservar con el estado de excepción? La respuesta es evidente: la ley de la inversión extranjera, el orden social constituido por la alianza entre el estado, el capital nacional y el gran capital extranjero. Así, cuando Ollanta Humala advierte sobre la necesidad de hacer respetar el estado de derecho, hay que saber a lo que se refiere: el estado de derecho no es otra cosa que la normalización del poder económico por la vía excepcional.
Por ello, decir en estos momentos que debemos despertar del sueño de la Gran Transformación es a todas luces insuficiente. De lo que debemos despertar de una vez por todas es del sueño de que vivimos en democracia, en un régimen en el que el pueblo puede ejercer el poder para el pueblo, incluso si este contradice a la excepcionalidad del poder económico. Lo que está ocurriendo en Cajamarca no es una señal de alarma de que la democracia está en peligro, es más bien la alarma del reloj despertador.
¿Le sorprende a usted que los soldados del ejército peruano ocupen Cajamarca, como si se tratase de un territorio extranjero, para defender los intereses de una empresa extranjera? ¿Le sorprende a que los policías se transporten en vehículos de la empresa Yanacocha? ¿Le sorprende que Ollanta Humala dé un mensaje a la nación donde asegura que Yanacocha se compromete a preservar dos de las cuatro lagunas en disputa y que horas después Roque Benavides manifieste que la empresa no se compromete a nada porque “es muy difícil controlar ese tipo de cosas”? ¿Le sorprende, de verdad de verdad le sorprende? Pues no debería sorprenderle, si desde el fujimorismo el estado peruano ha dejado de esconder aquello que en otras épocas era un escándalo: en breve, que está al servicio del capital extranjero. ¿Y le sorprende que la policía haya detenido a Marco Arana, mientras estaba tranquilamente sentado en la banca de una plaza, y que lo hayan golpeado en el suelo antes de llevárselo a la comisaría, donde lo volvieron a golpear? Pues tampoco debería sorprenderle: todo aquel que se oponga al avance del capital, incluso si lo hace en nombre del medio ambiente y de la salud de las comunidades, es enemigo del estado y será tratado como tal.
No se sorprenda. Ya no estamos para eso. Simplemente despierte de una vez de su sueño democrático. Usted vive en la era del capitalismo de alta intensidad. Usted vive en estado de excepción.
* Doctor en Literatura por la Universidad de Austin, Texas. Docente PUCP, UNMSM y Escuela Lacaniana.
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