Cajamarca: sin Conga sí se puede
Por Pedro Francke
Los defensores de Yanacocha repiten la idea de que sin la mina Conga, Cajamarca entraría en recesión y no tendrían cómo financiar su desarrollo. El mismo argumento se usa para defender a aquella minería irresponsable ambiental y socialmente como si fuera indispensable para el Perú.
No es cierto. Sobre el Perú, los cálculos están hechos y publicados, sin haber recibido crítica. Un impuesto a las sobreganancias mineras otorgaría mucho, pero mucho más ingresos al fisco, que lo que representaría el proyecto Conga. Remito a los lectores al artículo que publicamos acá mismo el 17 de abril.
Además, Conga no es el único proyecto minero existente: la lista del propio gobierno incluye 24 proyectos para los próximos 5 años con una inversión minera programada de 50 mil millones de dólares. Conga no es ni la décima parte del total. Entre el 2006 y el 2010, con el gobierno de Alan García y su política ferozmente extractivista del “perro del hortelano”, la inversión minera alcanzó 11,413 millones de dólares. Si durante el actual periodo de gobierno se postergaran o detuvieran la mitad de los proyectos mineros programados y solo se hiciera la otra mitad, la inversión minera todavía duplicaría la realizada durante el gobierno de García.
Tampoco es verdad que si para Conga, toda la inversión se paralizaría. En el gobierno anterior, proyectos como Majaz y Tía María quedaron paralizados por la protesta social, pero el crecimiento continuó. Solo una parte minoritaria de nuestro crecimiento económico reciente se debe a la minería; la agricultura, la industria, la construcción, el turismo y los servicios son otros motores fuertes del crecimiento. En el mismo Cajamarca, hay mucha potencialidad en el sector agropecuario y la industria láctea, en el café y en el turismo, además, por cierto, de los servicios, la Educación, la salud y el transporte.
Pero se dice que sin Conga no habría dinero para inversiones públicas en Cajamarca porque no habría canon. Otra mentira. En primer lugar, porque Yanacocha sigue gozando de precios altísimos del oro, que está encima de 1,600 la onza frente a un costo de 360 dólares la onza, con lo que a pesar de su producción declinante seguirá con altas utilidades los próximos años.
Más importante aún, las regiones no son ni deben ser económicamente autárquicas, ¿o acaso departamentos como Huánuco que tienen poca minería, no tienen derecho a que se financien sus obras de desarrollo? El gobierno central está tomando nuevas medidas para controlar la evasión tributaria, lo que generará ingresos que deben beneficiar también a las regiones. Igual debería suceder con un impuesto a las sobreganancias mineras como el que Ollanta prometió en campaña.
Lo más importante, sin embargo, es que la imposición de Conga como sea significaría que seguiremos con una Yanacocha y sectores mineros ambiental y socialmente irresponsables, defendidos por un gobierno que pone sus intereses por encima de los derechos del pueblo. Ese es el continuismo que es necesario cambiar.
Los defensores de Yanacocha repiten la idea de que sin la mina Conga, Cajamarca entraría en recesión y no tendrían cómo financiar su desarrollo. El mismo argumento se usa para defender a aquella minería irresponsable ambiental y socialmente como si fuera indispensable para el Perú.
No es cierto. Sobre el Perú, los cálculos están hechos y publicados, sin haber recibido crítica. Un impuesto a las sobreganancias mineras otorgaría mucho, pero mucho más ingresos al fisco, que lo que representaría el proyecto Conga. Remito a los lectores al artículo que publicamos acá mismo el 17 de abril.
Además, Conga no es el único proyecto minero existente: la lista del propio gobierno incluye 24 proyectos para los próximos 5 años con una inversión minera programada de 50 mil millones de dólares. Conga no es ni la décima parte del total. Entre el 2006 y el 2010, con el gobierno de Alan García y su política ferozmente extractivista del “perro del hortelano”, la inversión minera alcanzó 11,413 millones de dólares. Si durante el actual periodo de gobierno se postergaran o detuvieran la mitad de los proyectos mineros programados y solo se hiciera la otra mitad, la inversión minera todavía duplicaría la realizada durante el gobierno de García.
Tampoco es verdad que si para Conga, toda la inversión se paralizaría. En el gobierno anterior, proyectos como Majaz y Tía María quedaron paralizados por la protesta social, pero el crecimiento continuó. Solo una parte minoritaria de nuestro crecimiento económico reciente se debe a la minería; la agricultura, la industria, la construcción, el turismo y los servicios son otros motores fuertes del crecimiento. En el mismo Cajamarca, hay mucha potencialidad en el sector agropecuario y la industria láctea, en el café y en el turismo, además, por cierto, de los servicios, la Educación, la salud y el transporte.
Pero se dice que sin Conga no habría dinero para inversiones públicas en Cajamarca porque no habría canon. Otra mentira. En primer lugar, porque Yanacocha sigue gozando de precios altísimos del oro, que está encima de 1,600 la onza frente a un costo de 360 dólares la onza, con lo que a pesar de su producción declinante seguirá con altas utilidades los próximos años.
Más importante aún, las regiones no son ni deben ser económicamente autárquicas, ¿o acaso departamentos como Huánuco que tienen poca minería, no tienen derecho a que se financien sus obras de desarrollo? El gobierno central está tomando nuevas medidas para controlar la evasión tributaria, lo que generará ingresos que deben beneficiar también a las regiones. Igual debería suceder con un impuesto a las sobreganancias mineras como el que Ollanta prometió en campaña.
Lo más importante, sin embargo, es que la imposición de Conga como sea significaría que seguiremos con una Yanacocha y sectores mineros ambiental y socialmente irresponsables, defendidos por un gobierno que pone sus intereses por encima de los derechos del pueblo. Ese es el continuismo que es necesario cambiar.
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