Urge una política activa frente al dólar
Por Felix Jimenez
Con la reciente política devaluatoria
del Brasil, el país más industrializado de América Latina, las exportaciones
brasileñas se sumarían a las exportaciones manufactureras chinas a los mercados
de todos los países que, como el Perú, pierden competitividad dejando apreciar
sus monedas. Mientras en nuestro país los responsables de las políticas fiscal
y monetaria conspiran contra el crecimiento y la diversificación productiva
aconsejándonos a vivir con una moneda fuerte, en Brasil la devaluación de su
moneda es resultado de una política consistente en la aplicación impuestos al
ingreso del capital extranjero y en intervenciones activas de su Banco Central en
el mercado cambiario.
Las
razones de la baja el dólar o de la apreciación del nuevo sol
El debilitamiento del dólar a nivel global se
debe al déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos de los Estados
Unidos y al simultáneo debilitamiento de su financiamiento externo (las compras de acciones, bonos y
otros papeles del tesoro norteamericano se han reducido). Lo que los Estados
Unidos reciben por el intercambio de
bienes y servicios es menor de lo que paga; por lo tanto, requiere
financiamiento externo. Pero este financiamiento se ha hecho más difícil dando
lugar a un proceso de depreciación del dólar. La entrada de menores recursos implica
pérdida de respaldo al valor de la moneda norteamericana.
Al debilitamiento del dólar se suma la
política devaluatoria explicita del Banco Central norteamericano adoptada,
sobre todo después de la crisis internacional de los años 2007-2009, y que se traduce en tasas de interés bajas.
Con tasas cercanas al 1% se desincentiva la entrada de capitales. En otras palabras,
se intenta reducir el déficit de cuenta corriente de la balanza de pagos
mejorando la competitividad de sus exportaciones con un dólar bajo en relación
con otras monedas.
A estos dos factores externos se adiciona
uno interno: el recurrente superávit comercial de nuestro país. Pero hay que señalar que este superávit está asociado
a una renta natural cuyo valor se acrecienta con el aumento de los precios de
los minerales, y no al mantenimiento de un tipo de cambio competitivo, como
política cambiaria explícita. Esto es así porque las exportaciones de nuestro
país son predominantemente primarias. Finalmente está el factor especulativo.
Debido al mantenimiento de tasas de interés relativamente más altas a las
prevalecientes en los países desarrollados, entran capitales. En nuestro país
entonces hay, junto a una «enfermedad holandesa» conocida, otra asociada al
capital especulativo.
Efectos del valor del tipo de
cambio o del valor de la moneda nacional
La disminución del tipo de cambio o la apreciación del nuevo sol afecta
especialmente al sector exportador no tradicional. Sus efectos negativos son
tanto en el nivel de actividad como en el empleo. En el mundo globalizado
actual donde la política arancelaria ha perdido importancia, el tipo de cambio
no puede ser dejado al arbitrio del libre mercado.
Cuando el tipo de cambio se reduce, dadas
las tasas de inflación externas e internas, los precios de los bienes
extranjeros se hacen relativamente más baratos o los precios de los bienes
nacionales se hacen relativamente más caros. Así, con un dólar más barato se
estimula las importaciones, mientras que con un dólar más caro se abaratan las
exportaciones. Las importaciones baratas asociadas a un tipo de cambio bajo
afectan a los productores manufactureros y agroindustriales nacionales y, por
lo tanto, al empleo; mientras que las exportaciones baratas, asociadas a un
tipo de cambio alto, estimula la producción nacional y por lo tanto el empleo. De
aquí se deduce que es mejor abaratar el precio de los bienes producidos
nacionalmente.
Pero no solo importa el nivel del tipo de
cambio (que sea alto o bajo), sino también sus fluctuaciones. En realidad las
fuertes entradas y salidas de capitales en un contexto de libre movilidad
complican las decisiones de inversión privada nacional en los sectores
transables internacionalmente. Las
decisiones de inversión suponen flujos de ingresos en un horizonte temporal
largo; por lo tanto, las fuertes fluctuaciones de corto plazo del tipo de cambio
afectan estas decisiones.
Finalmente, la apreciación monetaria que
resta competitividad a los sectores transables cuando ocurre en medio de una
crisis internacional que implica una caída de la demanda externa, afecta la
rentabilidad de estos sectores y, en consecuencia el empleo y la producción.
Las empresas privadas más afectadas con esta situación son las que tienen
dificultades de acceso al financiamiento y un casi nulo poder de mercado (las pequeñas y medianas
empresas que operan en los sectores transables).
A modo de conclusión
Hay
pues razones de carácter financiero y productivo para adoptar una política devaluatoria
activa. Un tipo de cambio más alto reduce el costo en dólares de las empresas, y
la devaluación de la moneda reduce la tasa de depreciación esperada (porque el
tipo de cambio se acerca al esperado) con lo cual se desincentiva la
adquisición de activos externos. Así se influye positivamente en la
rentabilidad de los sectores transables y se protege al mercado nacional. Es
necesario tener la libertad de fijar la tasa de interés (la tasa del banco
central) sin referencia a las tasas prevalecientes en el resto del mundo; y, para
que esto sea posible, hay que controlar el flujo internacional de capitales, asegurar
un tipo de cambio real estable y competitivo con intervenciones esterilizadas activas
y seguir acumulando de reservas.
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