Un Gobierno poco previsor frente al "nuevo desempleo"
Por Jürgen Schuldt *
Merece aplausos el actual mandatario por haberse tomado muy en serio, entre otros, tres grandes problemas,
todos los que llevarían a una sustancial erradicación del contrabando,
de las plantaciones no autorizadas de coca y de la minería informal. Las
tres son actividades altamente intensivas en fuerza de trabajo, que
alimentan a unas 50.000 familias, si le añadimos las actividades conexas
(bodegas y farmacias, tabernas y prostíbulos, transportistas y demás).
Gran
parte de esos trabajos “informales” surgieron a lo largo de las últimas
décadas como consecuencia de la falta de trabajo o porque el que
desempeñaban no les permitía alimentar a sus familias, especialmente a
las del campo andino. No surgieron del hecho que a esas personas les
fascine el peligro o su muerte temprana: cruzar la frontera boliviana en
noches sin luna, vivir en plantaciones avasalladas por policías, narcotraficantes y senderistas, o andar a diario descalzo y jorobado en
ríos envenenados, no es un juego de niños (aunque desgraciadamente
también los que ni siquiera han llegado a la pubertad se han visto
obligados a sacrificarse en esas labores inhumanas).
¿Se
ha percatado el gobierno que –cuando menos en teoría- todos esos
trabajadores (por lo demás, despreciados por la sociedad) tendrán que
buscárselas en otro lado y de otra manera? ¿Han imaginado los
funcionarios públicos las consecuencias sociales que ese fenómeno
ejercerá sobre la seguridad y la tranquilidad sociales, al margen de los
de por sí preocupantes niveles de delincuencia y de las movilizaciones
sociales bien justificadas a falta de Estado?
Pues
no parece que les interese. Porque antes de adoptar esas medidas de
erradicación del “mal” han debido ofrecerle alternativas -en el campo o
en la ciudad- a estos “nuevos desempleados” para poder desenvolverse al
amparo de un trabajo decente. ¿Hasta cuándo esperarán los burócratas? ¿O
esperan que los damnificados esperen?
Memorias de Gregorio Samsa *
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