Humala en el catre de Procusto
Por Jurgen Schuldt
Dicen que Procusto, hijo de Poseidón, vivía alejado del mundanal ruido en una colina. En su cabaña alojaba amablemente a los caminantes que no habían podido llegar a su destino, cogidos por la noche. Una vez que los había atendido a cuerpo de rey les ofrecía su camastro de hierro para dormir. Al primer ronquido del huésped se le acercaba y lo ataba, para luego ajustarlo al tamaño de la cama. Si era muy alto le serruchaba los pies o la cabeza para emparejarlo con el largo de la litera, y si era muy pequeño lo estiraba a martillazos hasta que cupiera perfectamente en ella.
En la escuela nos burlábamos de esta absurda leyenda de la mitología griega y, encima, bombardeábamos con tizas al profesor que con tanta fascinación nos la contaba. Con el correr de los años, sin embargo, comenzamos a encontrarnos con tantos Procustos que deberíamos ir a pedirle disculpas a ese Gran Maestro, aunque ya esté descansando en el Divino Maestro. Por cierto que los economistas somos los más grandes maestros en la procustinación de cifras, hipótesis y supuestos para que encajen con nuestros modelos matemáticamente impecables.
Y desde ayer, conocidos los resultados de la segunda vuelta, han aparecido infinidad de Procustos, que también viven en las colinas (digamos que en Las Casuarinas) y que no parecen haberse resignado a los resultados. Pues ahora resulta que quienes no votaron por Humala se creen con derecho a decidir quién y cómo se debe manejar el país, particularmente la política económica. Acogen a Humala para atarlo a sus catres mentales para asegurar sus menudos intereses cortoplacistas.
Sin duda, “los mercados” (en castellano: los Nuevos Dueños del Perú como los llamaría Carlos Malpica) son conscientes de su poder de convencimiento (en español: capacidad de chantaje). Como ya lo mostraron antes de la primera y segunda vueltas según el ritmo de las encuestas, y ahora con una pequeña y contundente muestra el día de ayer. Con martillo y serrucho en mano, lanzaron una amenazadora advertencia, tumbando nuestra diminuta Bolsa, con nefastas consecuencias en el exterior, y amasando dólares, con lo que generaron más temor en el interior. Sin duda un eficaz pre-aviso, a ver si el anti-sistema se acomoda correctamente a la peculiar litera para no tener que usar el hacha.
A renglón seguido, el mismo día, volvieron a la carga proponiendo condiciones adicionales. A través del lúcido Presidente de la CONFIEP, hicieron saber que sería bueno que Carranza ocupe la cartera de Economía y que Julio Velarde siga en el BCR, como si el presidente electo fuese Keiko o PPK.
No nos sorprendería que la próxima “sugerencia” consista en proponer la eliminación de todo intento de reforma tributaria integral, en especial para que no se toquen las sobreganancias minero-hidrocarburíferas. Lo que sería una confirmación adicional que nuestra clase dominante aún no llega entender lo que es una clase dirigente. Porque, si uno otea el conflictivo futuro que nos espera, el impuesto a esos “windfall profits” –por el que también abogaba Keiko- no es otra cosa que una contraprestación para lograr la paz social que tanto exigen los mineros en las regiones, lo que les rendirá mayores tasas de ganancia a mediano plazo. Puro y simple cálculo costo-beneficio y para que el Estado disponga de los fondos para modernizarse y contratar al personal que pueda materializar los programas sociales y de descentralización en serio.
Cual Procusto de antaño, conocido por su estatura ciclópea y fortaleza descomunal, los nuestros ya han venido intentando acostarlo en el lecho, no tanto para psicoanalizarlo, sino para sacarle las concesiones para crear “confianza”, supuestamente para relanzar las inversiones planeadas y generar los ansiados empleos, que ahora están congelados hasta que se satisfagan sus pretensiones. Duchos maestros del serrucho, ¿no les basta que ya convencieron al inquilino que debe respetar la democracia y la propiedad privada, que no puede cambiar la Constitución, que debe concertar y gobernar para todos, que no hay lugar para estatizaciones, entre otras demandas atendibles que ha aceptado el futuro mandatario hasta por escrito?
Por la espalda, sin embargo, traman de todo para acabar con la democracia que supuestamente es su bandera. La socavan subrepticiamente congelando o recortando sus inversiones, acumulando dólares y euros, vendiendo propiedades y acciones, gestionando pasajes y visas, circulando rumores venenosos, etc.
Sin embargo, a nuestros Procustos criollos aún les queda buen tiempo para acabar con su cirugía plástica del mandatario. ¿Serán capaces de transformar al temible Cuco en un inofensivo Cucú hasta el 28 de julio? Si lo lograran, una vez más el autor de El Gatopardo tendrá razón: Todo consistirá en realizar cambios para que nada cambie, con lo que La Gran Transformación se convertiría en la Gran Desilusión.
Desde Ática, junio 7, 2011 (El autor no se responsabiliza por la traducción del griego realizada por Teseo)..
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