Hay que reducir lo que el Estado chupa a la sociedad
“El Estado tiene hoy una situación holgada, y puede tener la posibilidad de hacer esta reducción del IGV sin crear ningún problema en la caja fiscal”, aseguró el ministro Benavides (Agencia EFE, 09/02/11).
¿Situación holgada? No es eso lo que dicen las cifras del propio gobierno. En el 2009 y el 2010 ha habido un déficit fiscal de 1.9 y 0.9% del PBI. Agreguemos que la cifra negativa del 2010 hubiera sido mucho mayor si no se hubieran recuperado los precios de los minerales. Para el 2011, el BCR en su Reporte de Inflación proyecta un “déficit fiscal nulo” (0%) y recién en el 2012 habría un superávit fiscal de 0.5% del PBI. Todo esto depende –repitámoslo– de que los precios de los minerales se mantengan en sus altísimos niveles actuales.
Pero el problema principal es que las autoridades –comenzando por el ministro– nos machaquen que el Perú tiene una buena posición fiscal, lo que es falso. El Perú tiene una de las recaudaciones más bajas de la región, como se aprecia en el gráfico elaborado por el Centro Internacional de Administración Tributaria (CIAT). El primer lugar lo tiene Brasil (con 32.7%), seguido de Argentina, Bolivia, Uruguay y Nicaragua. El Perú viene en décimo lugar con el 16% (1) y más atrás vienen la mayoría de los países centroamericanos.
Por tanto, hay que mejorar la recaudación vía una reforma tributaria integral. Sobre ese tema se ha discutido mucho y se sabe que los ingresos deben llegar al 18% del PBI –nivel considerado adecuado– mediante, entre otras medidas, la ampliación de la base tributaria, la eliminación de las exoneraciones al sector financiero, el combate a la evasión tributaria (tanto del impuesto a la renta como del IGV), la lucha contra el contrabando y, también, la reversión de la inconsulta y antitécnica rebaja de aranceles del 2007 y el 2008.
Agreguemos que Nicolás Eyzaguirre, ex ministro de Hacienda de Chile y actual director del FMI, acaba de decir que nuestros países “necesitan gravar adecuadamente la explotación de recursos naturales porque los impuestos que pagan las firmas con concesiones privadas son muy bajos en muchos países” (La República, 12/02/2011). Ya, pues, si hasta el FMI lo dice, ¿dónde está el problema? El problema está en nuestros gobernantes, comenzando por Alan García, que acaba de declarar, con respecto a la rebaja del IGV: “Ya estamos en un nivel de crecimiento en que podemos comenzar a reducir lo que el Estado le chupa a la sociedad” (La República, 10/02/11).
Las implicancias de tamaño despropósito son enormes, pues se deslegitima la potestad del Estado de recaudar impuestos, así como su rol irreemplazable en la distribución de los recursos y en la formulación de políticas para reducir las desigualdades inherentes a este tipo de crecimiento económico. Si fuéramos ingenuos podríamos pensar que esta es una confirmación más de la conversión de García al neoliberalismo. Nada que ver. Se trata, simplemente, de una frase que le sirve para su propósito inmediato, y nada más. Pero el daño es inconmensurable porque no estamos en una situación “holgada”. Lo peor es que García compare al Estado con una sanguijuela “chupasangre” cuando su responsabilidad es construir un Estado moderno y eficiente, que grave adecuadamente y como corresponde a los distintos agentes económicos. ¡Qué vergüenza!
(1) Esta medición de la presión tributaria también incluye las contribuciones sociales (Essalud) y los impuestos municipales. Cuando estos impuestos no se toman en cuenta, la presión tributaria de Perú fue de 13.8% del PBI en el 2009.
¿Situación holgada? No es eso lo que dicen las cifras del propio gobierno. En el 2009 y el 2010 ha habido un déficit fiscal de 1.9 y 0.9% del PBI. Agreguemos que la cifra negativa del 2010 hubiera sido mucho mayor si no se hubieran recuperado los precios de los minerales. Para el 2011, el BCR en su Reporte de Inflación proyecta un “déficit fiscal nulo” (0%) y recién en el 2012 habría un superávit fiscal de 0.5% del PBI. Todo esto depende –repitámoslo– de que los precios de los minerales se mantengan en sus altísimos niveles actuales.
Pero el problema principal es que las autoridades –comenzando por el ministro– nos machaquen que el Perú tiene una buena posición fiscal, lo que es falso. El Perú tiene una de las recaudaciones más bajas de la región, como se aprecia en el gráfico elaborado por el Centro Internacional de Administración Tributaria (CIAT). El primer lugar lo tiene Brasil (con 32.7%), seguido de Argentina, Bolivia, Uruguay y Nicaragua. El Perú viene en décimo lugar con el 16% (1) y más atrás vienen la mayoría de los países centroamericanos.
Por tanto, hay que mejorar la recaudación vía una reforma tributaria integral. Sobre ese tema se ha discutido mucho y se sabe que los ingresos deben llegar al 18% del PBI –nivel considerado adecuado– mediante, entre otras medidas, la ampliación de la base tributaria, la eliminación de las exoneraciones al sector financiero, el combate a la evasión tributaria (tanto del impuesto a la renta como del IGV), la lucha contra el contrabando y, también, la reversión de la inconsulta y antitécnica rebaja de aranceles del 2007 y el 2008.
Agreguemos que Nicolás Eyzaguirre, ex ministro de Hacienda de Chile y actual director del FMI, acaba de decir que nuestros países “necesitan gravar adecuadamente la explotación de recursos naturales porque los impuestos que pagan las firmas con concesiones privadas son muy bajos en muchos países” (La República, 12/02/2011). Ya, pues, si hasta el FMI lo dice, ¿dónde está el problema? El problema está en nuestros gobernantes, comenzando por Alan García, que acaba de declarar, con respecto a la rebaja del IGV: “Ya estamos en un nivel de crecimiento en que podemos comenzar a reducir lo que el Estado le chupa a la sociedad” (La República, 10/02/11).
Las implicancias de tamaño despropósito son enormes, pues se deslegitima la potestad del Estado de recaudar impuestos, así como su rol irreemplazable en la distribución de los recursos y en la formulación de políticas para reducir las desigualdades inherentes a este tipo de crecimiento económico. Si fuéramos ingenuos podríamos pensar que esta es una confirmación más de la conversión de García al neoliberalismo. Nada que ver. Se trata, simplemente, de una frase que le sirve para su propósito inmediato, y nada más. Pero el daño es inconmensurable porque no estamos en una situación “holgada”. Lo peor es que García compare al Estado con una sanguijuela “chupasangre” cuando su responsabilidad es construir un Estado moderno y eficiente, que grave adecuadamente y como corresponde a los distintos agentes económicos. ¡Qué vergüenza!
(1) Esta medición de la presión tributaria también incluye las contribuciones sociales (Essalud) y los impuestos municipales. Cuando estos impuestos no se toman en cuenta, la presión tributaria de Perú fue de 13.8% del PBI en el 2009.
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