La ofensa del neoliberalismo

Reviso el artículo del profesor Waldo Mendoza (“En defensa del neoliberalismo”, publicado en El Comercio el 19 de enero de 2010) e intento descubrir de alguna forma qué debiera entender por neoliberal. Entonces lo leo una vez más y descubro que hace referencia al actual modelo “neoliberal”. No al pasado, ni al futuro, sino al actual. No logro comprenderlo aún. Mientras rebusco una expresión concreta de tal abstracción, recuerdo sus clases de Macroeconomía, en las que afirmaba, ante el silencio cómplice de 35 estudiantes, que eso de modelo neoliberal es una simple etiqueta. Y en este momento caigo en la cuenta de que la “etiqueta” ha de ser enorme, pues, según usted, el Perú está felizmente en (este) grupo, junto con Brasil, Chile, Colombia y México.

Ocurre, según su percepción, que estos países tienen un modelo “neoliberal” de desarrollo, y opone a éstos un modelo de desarrollo como el argentino, el boliviano, el ecuatoriano o el venezolano (modelo sin nombre, y en el que, según su parecer, encajan todos perfectamente). En resumen, afirma que como en Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela la intervención estatal entorpece el funcionamiento de la economía, es mejor quedarse como estamos. Comete una “falacia non sequitur”, pues para usted existen únicamente dos posibles modelos de desarrollo, y sólo es posible escoger entre ellos.
Aún si aceptáramos esta simplificación bimodálica, no resulta difícil estar en desacuerdo con su conclusión. Y es que no basta con afirmar, como lo hace, que en el grupo de países con un modelo neoliberal de desarrollo la inflación ha dejado de ser un problema, ni que el crecimiento del PBI ya se restableció.

Centremos la atención en el Perú: en primer lugar, no es cierto que la inflación haya dejado de ser un problema (revisar la última investigación de Zegarra y Tuesta acerca del impacto de la inflación en alimentos de 2007 sobre el déficit calórico), aunque es evidente que está lejos de alcanzar las escandalosas cifras del primer gobierno aprista. En segundo lugar, tampoco es cierto que el crecimiento del PBI se haya restablecido (según la RAE, restablecer significa volver a establecer algo o ponerlo en el estado que antes tenía), pues incluso las dudosas cifras del INEI muestran una lenta recuperación de la economía, mas bien cercana al 1% alcanzado en 2009.


Finalmente, y por si lo anterior resultara poco, habría que preguntarse para qué han servido tantos años de crecimiento. Como usted mismo afirma, el actual modelo de desarrollo tiene el gran lastre de que no ha logrado que dejemos de ser uno de los países más desiguales en América Latina. Y no sólo eso: la pobreza rural se ha mantenido prácticamente inalterada, el salario real sigue estancado en el nivel que tenía en los 70´s, la educación pública y privada es cada vez peor, el sistema de salud es pésimo, las pensiones de jubilación son una miseria, la corrupción se ha institucionalizado en todos los niveles. Y más todavía: un terremoto nos demuestra que la ilusión del pleno empleo, banderita enarbolada de los defensores del modelo peruano, no sirve de nada, pues la miseria se ha vuelto a apoderar de miles de personas. Y es que todas éstas son consecuencias no sólo del neoliberalismo (etiqueta que usted parece haber puesto a las dos últimas décadas de gobiernos en el Perú), sino del capitalismo en general.
¿Pretende usted, realmente, que es mejor quedarse como estamos? Una vez más, no basta con afirmar que para que el crecimiento sea sostenido y socialmente aceptable…tenemos que enfrentar mejor los choques externos. ¿Cómo enfrentar mejor los choques externos en una economía primario exportadora? Es cierto que la política monetaria y macroeconómica podrían servir como instrumentos para hacerlo, pero ¿no es acaso mejor reorientar el aparato productivo, reduciendo la vulnerabilidad frente a estos choques?


Es cierto que hay una enorme tarea (…) para la política fiscal, que tendrá que elevar sustantivamente la presión tributaria. ¿A quién, profesor Mendoza, presionamos? ¿Estaría de acuerdo con eliminar las exoneraciones tributarias? ¿Con establecer un impuesto a las sobreganancias? ¿Con escalonar el impuesto a la renta? Imagino que en su percepción eso podría espantar a la inversión privada, la fuente más importante del crecimiento económico sostenido. Una inversión privada que en el Perú se ha encargado, en alianza con el Estado, de promover, precisamente, un modelo de desarrollo que permite que se despidan trabajadores durante la crisis, cuando durante años esas empresas obtuvieron millonarias utilidades que jamás se vieron reflejadas en los salarios y en las condiciones laborales de los explotados, un modelo de desarrollo que asesina y persigue indígenas porque no están dispuestos a aceptar que sus tierras estén al servicio del gran capital, un modelo de desarrollo que secuestra trabajadores y encarcela dirigentes mineros. Porque eso es lo que pasa aquí, en el Perú.

Los modelos de desarrollo no son abstracciones bien intencionadas para la nación, son propuestas ideológicas al servicio de unos y no de otros. El Estado orienta sus políticas según intereses, que no siempre son los de la mayoría. Y entonces me pregunto, ¿quiénes ganaron durante todos estos años en el Perú? Y ahora le pregunto a usted, ¿a quién le convendrá que nos quedemos como estamos?

AUTOR : Gonzalo Aguilar Riva
FUENTE : BLOG DEL AUTOR

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