Plan de desindustrialización

 Por Pedro Francke



El gobierno anuncia una y otra vez un Plan Nacional de Industrialización. Pero lo que está en marcha es la des-industrialización del país. El verbo va por un lado mientras la realidad avanza en dirección opuesta.
En lo que va del año la industria textil ha reducido su producción en 14,3 por ciento. El año pasado la caída fue de 10 por ciento; vamos para abajo, en solo dos años hemos perdido una cuarta parte de nuestra producción industrial textil. La industria de harina y fideos ha reducido su producción 4,4 por ciento. En conjunto, toda la industria manufacturera no primaria este año solo está en 1,2 por ciento de crecimiento, muy cercano a cero, salvada del negativo por los materiales de construcción. No es por gusto que casi no hay creación de empleos industriales.


No solamente sufre la industria nacional. Los productores algodoneros se ven severamente afectados porque la industria textil en repliegue cada vez más usa algodón importado y no algodón nacional, ya que viene el algodón a precio de dumping por los multimillonarios subsidios que les otorgan en Estados Unidos—a pesar de lo cual Indecopi se ha negado a defender a los algodoneros de nuestra costa.

La industria de maquinaria ha caído en 46 por ciento este año. La tesis de que el crecimiento de la minería haría que en el Perú se produzca más maquinaria ha resultado, como era previsible, falsa. El primer semestre de este año la inversión minera ha aumentado 20%, pero la producción nacional de maquinaria se ha reducido: cada vez más todo se hace con equipos importados. Nuestra dependencia aumenta y nuestra industria decrece.

El tipo de cambio retrasado y los TLC han jugado un rol fundamental en estos resultados. Con el tipo de cambio sumamente bajo, las importaciones compiten en condiciones ventajosas. Si antes una prenda de vestir de 5 dólares costaba 18 soles (con un dólar de 3,60), hoy esa misma camisa cuesta 13 soles. Además, la sarta de TLC’s con Estados Unidos y China permite que todas esas importaciones entren al país sin pagar aranceles, con lo cual pueden hacer más competencia desleal a nuestra industria.

A comienzos de gobierno, cuando el Ministro de la Producción era Kurt Burneo, su equipo preparó un excelente documento sobre Políticas de Desarrollo Productivo. Han pasado dos años durante los cuales no se ha hecho nada, salvo permitir que nuestra industria siga yéndose por el caño. Ojalá ese Plan de Industrialización no demore otros dos años, porque a este ritmo, vamos a tener una industria desaparecida por completo. 

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