¿BCRP monocorde?

 Por Germán Alarco Tosoni



Se desconoce si al momento en que esta columna sea publicada tendremos un Directorio completo en el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP). Mientras la designación de su Presidente fue rápida y sorpresiva, el proceso para los candidatos del Congreso ha roto el record de casi 2.5 años de atraso. Sin embargo, lo anterior no es tan importante frente a las características de lo que debe ser un buen directorio en la institución clave para el manejo monetario, financiero y cambiario del país. Con independencia de las cualidades académicas y profesionales de sus miembros, lamentablemente la mayoría de ellos se inscribiría dentro de la misma corriente o escuela de pensamiento económico. Esto no es positivo porque precisamente un directorio como éste debe ser el espacio para la toma de decisiones razonada considerando la diversidad de escenarios que la teoría y realidad proporcionan día a día. 
 Se dice que el BCRP es una isla de excelencia en el sector público peruano y hay mucho de cierto. Hacia afuera tiene extensiones positivas en su razonable presencia cultural, pero se confirma como isla en sus relaciones con otras instituciones que participan en el manejo económico del país.
Las relaciones con el MEF parecerían enfriadas, no le otorga importancia alguna al CEPLAN y el vínculo con INDECOPI, que podría ser elemento clave en el control inflacionario, parecería inexistente fruto del paradigma dominante que supone que las empresas se comportan en competencia perfecta. Se olvidan que la estructura dominante es la competencia imperfecta y la tendencia hacia la concentración es cada vez mayor en la economía peruana.

Al interior de la institución a todos nos gusta sus sistemas de reclutamiento, capacitación y de información, pero su manejo vertical pareciera desaprovechar el volumen y nivel de capacidades de su personal. A pesar de estas virtudes es una institución anquilosada que rechaza cambiar. Desde la crisis del 2008 aplica -cuando es necesario- política monetaria anticíclica de manera soterrada, fuera de lo señalado en la Constitución y la Ley, pero se niega formalmente a cambiarlas. No quiere modificar su Ley Orgánica donde señala que a excepción de los títulos y valores todas sus inversiones deben ser a corto plazo olvidándose de los altos niveles de reservas internacionales que posee. Rechaza de plano la constitución de fondos soberanos cuando es una práctica común a nivel internacional.

Fue laxo en su función principal de controlar la inflación, reflejada en la violación continua de su meta inflacionaria, mientras que el sol se apreciaba peligrosamente. Su manejo endogámico lo ha llevado a cometer serios errores en el corto plazo como la excesiva concentración de reservas en dólares americanos por encima de los estándares reportados por el FMI, entre otros. En fin, hay mucho por hacer.

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