¿Mejoras distributivas marginales?

 Por Germán Alarco Tosoni



El INEI acaba de publicar los resultados en la distribución funcional del ingreso para 2012. El total de remuneraciones (públicas y privadas) elevó su participación en el producto de 21.18% en 2011 a 21.66% en 2012. En cambio, el excedente de explotación se reduce del 63.64% al 63.22% en los mismos años. La mejora en la participación de los salarios es un hecho positivo, pero marginal, más aún cuando el gobierno se vanagloria en su énfasis inclusivo. Llama también la atención que esta pequeña variación positiva se produjo en circunstancias en que el salario mínimo se elevó en 11.1% de S/.675 a S/.750 mensuales en junio de 2012.
Una mayor participación de las remuneraciones en el PBI es importante para promover mayores niveles de demanda y producto. La razón es elevada en las economías más desarrolladas donde fluctúan entre 50 y 55% del PBI, aunque antes de los años ochenta esta participación llegó a 60% del producto. En Argentina, Brasil, Chile y Colombia en 2010 fueron 40.7%, 43.7%, 35.8% y 32.8% del PBI respectivamente. Ya se ha comentado en una columna previa que el nivel record nacional fue en los años sesenta con el 38% del producto. La baja participación de las remuneraciones en el Perú también se explica por el mayor peso de los trabajadores independientes de la ciudad y del campo. Sin embargo, no hay que olvidar que la mayoría de ellos no goza de los derechos laborales que sí corresponderían, en mayor medida, a los trabajadores asalariados.


La información oficial sobre la distribución personal del ingreso medida a través del GINI se ha mantenido entre 2011 y 2012. Cuando este se calcula a partir del gasto incluyendo la producción para autoconsumo es de 0.45, mientras que si nos referimos a los ingresos monetarios es 0.51. Sin embargo, con una simulación de Montecarlo (de mil iteraciones) suponiendo que el 100% de la diferencia entre el ingreso personal disponible y el ingreso extrapolado de la muestra de la ENAHO se distribuye probabilísticamente hacia el decil de la población de mayores ingresos, el GINI se elevaría hasta 0.68. Si esta diferencia se asignara con un 90% de probabilidad al decil más alto y 10% al de más bajo ingreso el GINI sería 0.63. Entre 2010 y 2012, aún en el escenario de probabilidades compartidas, el GINI se habría elevado de 0.62 a 0.63.

Los resultados anteriores en cuanto a distribución personal del ingreso serían más negativos que los últimos coeficientes disponibles de Bolivia, Colombia y Guatemala (0.56) y de Honduras (0.57) según el Banco Mundial. Hay un avance marginal en la distribución funcional del ingreso y para buena suerte de todos hemos superado las peores participaciones históricas de las remuneraciones en el producto de 2008 y 2010. Todos estos resultados no son halagüeños para un gobierno que se autodenomina de la inclusión social. 

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