La Industrialización en debate

 Por Carlos Monge Salgado



En su Mensaje a la Nación del 28 de Julio pasado, después de peguntarse si acaso el ciclo de crecimiento liderado por la minería se habría agotado ya, el Presidente Humala anunció que estaba en preparación un Plan Nacional de Industrialización. 
Esta es una buena noticia, pues es cada vez más claro que un crecimiento liderado por la exportación de commodities tiende a re-primarizar la economía, exponernos a la volatilidad de la demanda y los precios de la energía y los minerales, y generarnos cantidad de problemas a otros sectores de la economía.

Pero es igualmente importante detallar cómo sería esa “industrialización” que vendría a reemplazar al extractivismo primario exportador vigente en el Perú desde los ‘90. Pues no es la primera vez que eso se debate. De hecho, la Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) fue una apuesta vigente en buena parte de América Latina entre los ‘50 y los ‘70 en respuesta, precisamente, a las limitaciones de la economía minera y agrícola primario exportadora vigente en esos tiempos.


Un problema central con esa apuesta es que se centraba en la producción de bienes manufacturados en los centros urbanos en respuesta a las demandas de consumo de la clase media. Pero esa industrialización se hacía en gran medida en perjuicio del mundo rural, del que se esperaban mano de obra y bienes de consumo baratos.

La apuesta por la industrialización hoy tiene que basarse en premisas totalmente diferentes.

Para comenzar, hay que dar valor agregado a nuestros recursos naturales no renovables, en lugar de seguir exportando piedras, petróleo crudo y gas. Ello supone tomarnos en serio el refinamiento, la siderurgia y la petroquímica y nos plantea como reto de fondo la recuperación de la soberanía sobre nuestros recursos naturales. Por ejemplo, para el Consorcio Camisea exportar el gas es mejor negocio que hacer petroquímica en el Perú, pues el gas es suyo y esa es su decisión. Tampoco podemos decirles a las empresas mineras o petroleras qué hacer con “sus” minerales y “su” petróleo, pues de acuerdo a nuestro sistema dichas empresas pagan sus regalías y sus impuestos, pero lo que extraen les pertenece.

Además, hay que apostar por una industrialización que transforme nuestros recursos naturales no renovables, y que al hacerlo genere valor agregado, empleos, ingresos y renta pública de manera territorial y sectorialmente diversificada, socialmente inclusiva y ambientalmente amigable. Ello supone cambiar al mismo tiempo la matriz productiva y la matriz energética para generar valor, empleo e ingresos sostenibles y limpios en las propias zonas rurales. El Frente Amplio ya está trabajando sobre estos temas. En buena hora.

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