¿GINI mentiroso?

 Por German Alarco Tosoni



Los sectores defensores del actual modelo económico insisten en que este no debe ser sujeto a ajuste y menos a cambio alguno. Para ellos, hay que mantener las cosas como están, ya que no sólo ha generado crecimiento, empleos e ingresos, sino que se ha reducido la pobreza y la desigualdad en la distribución personal del ingreso. No vamos a discutir los temas de empleo e ingresos, pero no se debe olvidar que solo el 12% de la población económicamente activa tuvo trabajo decente en el 2012 con contrato laboral o registro, ingresos mayores al mínimo, jornada laboral no mayor a 48 horas, seguro de salud y de pensiones (Gamero, 2013). En el caso de la desigualdad, utilizan un indicador internacional denominado GINI, procesado por el INEI a partir de la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO), que demostraría que entre 2005 y 2012 la desigualdad se ha reducido de un valor de 0.51 a 0.45 en 2012.
El GINI es un índice que mide el nivel de concentración de los ingresos a partir de una distribución empírica llamada curva de Lorenz que muestra el porcentaje acumulado de ingresos ordenado de forma ascendente según la cantidad de ingreso correspondiente a la población. Cuando el coeficiente GINI tiene un valor de 0 hay igualdad perfecta donde cada quien recibe una parte proporcional del ingreso y la desigualdad es máxima cuando vale 1. Al respecto, es poco creíble que el Perú tenga una mejor distribución personal del ingreso que Costa Rica (0.51) o que nuestros vecinos Chile (0.52), Colombia (0.56) y Ecuador (0.49) de acuerdo a la información de los WDI del Banco Mundial.


Mendoza, Leiva y Flor (PUCP, 2011) señalan que la ENAHO y por tanto el GINI no reportan adecuadamente los ingresos de los hogares más ricos del país. Al corregir esta información concluyen que el valor en 2010 se ubicaría alrededor de 0.6, similar al de 1980. Yamada, Castro y Bacigalupo (BCRP, 2012) con el mismo supuesto y utilizando modelos estadísticos determinan que para el 2010 tendría un valor de 0.624. Por otra parte, la información oficial se ve mal cuando la estadística de la participación de los salarios en el PBI muestra en 2010 un valor alrededor del 21%, respecto de 27% en 1990, 30% en 1980, 36% en 1970 y 38% en 1960. Asimismo, no hay que olvidar la mayor participación de las utilidades de las empresas en los diversos sectores productivos, destacando lo que ocurre en la minería e hidrocarburos, construcción y financiero.

El INEI debe decir la verdad. La extrapolación de los resultados de los 25,000 hogares encuestados solo permiten alcanzar al 55% del ingreso personal disponible a nivel nacional y esta subestimación va creciendo en el tiempo. En 2011 solo puede explicar el 52% de los ingresos. Las encuestas y el GINI sirven cada vez menos, mientras el gobierno y los empresarios afines las aprovechan cada vez más ideológica y políticamente. 

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