Cupiagua y Talara: ¿Lo más suave posible?
Por Humberto Campodonico
En julio del 2008 se sabe en Colombia que el contrato de asociación
del campo de petróleo de Cupiagua –operado por British Petroleum–
termina el 1 de julio del 2010. Y que los 30,000 barriles diarios que
produce deberán transferirse –según contrato– a la estatal Ecopetrol
(ECP).
ECP comienza entonces los preparativos para que ese 1 de julio sea
“un día más”. Se prepara un nuevo software corporativo y de
telecomunicaciones, así como equipos de control volumétrico con
tecnología de última generación y, sobre todo, se preparan equipos de
profesionales y trabajadores.
El Presidente de BP para Colombia y Venezuela, Alberto Galvis, dijo:
“Ya tenemos un equipo de BP y Ecopetrol trabajando juntos para que esa
entrega sea lo más suave posible. Mucha gente que trabajaba con nosotros
va a trabajar con ECP y hemos sido muy transparentes con ese proceso”
(05/01/2010, www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-3783497).
El 2010 se produce la transferencia y Cupiagua continúa sin
contratiempo alguno. Los diarios más importantes, entre ellos El
Espectador y El Tiempo, subrayan la creciente importancia de ECP, sobre
todo con el nuevo impulso que, desde el 2003, le dio el Decreto 1760 que
moderniza el sector hidrocarburífero de Colombia y potencia a ECP. Más
sorprendente aún: esa Ley fue impulsada vigorosamente por el muy
liberal Presidente de la República, Álvaro Uribe.
Y también que en el 2007 la estatal revolucionó la Bolsa de Bogotá
con la venta del 7.8% de sus acciones: hubo larguísimas colas de
ciudadanos que querían comprar acciones de “su” empresa. Y eso fue
posible por la rentabilidad garantizada por el aumento constante de la
producción de petróleo, que rondaba ya los 700,000 barriles diarios
(BD), US$ 28,000 millones anuales.
Y no hubo voces que dijeran: “la empresa estatal es ineficiente
siempre. Por tanto, ¿por qué y para qué le van a dar Cupiagua a
Ecopetrol? Es discriminatorio contra la empresa privada. Esos campos se
deben licitar”.
Tampoco se escucharon estas “críticas”: “Ecopetrol es una
sanguijuela porque crece montada encima de la empresa privada, como ha
sucedido con los contratos de asociación de Cupiagua y Cusiana con BP.
Recuerden que allí se establece que ECP no asume el riesgo de los pozos
exploratorios y solo reembolsa a la empresa privada cuando se encuentra
petróleo. ¡Qué barbaridad! ECP debería asumir las inversiones de riesgo
desde el primer minuto”.
Pero la empresa siguió adelante y en el 2011 constituyó Equion entre
ECP (51%) y Talisman (49%) para comprarle a BP el resto de sus
propiedades por la suma de US$ 1,750 millones.
La producción de Equion es de 90,000 barriles diarios. Antes, en el
2009, ECP se asoció con la estatal coreana KNOC y compró en el Perú los
campos de Petrotech del cuestionado William Kallop, en el mar de Talara
formando la empresa Savia. ¿Y Petroperú? Bien, gracias.
El Presidente de ECP acaba de informat en su Portal Internet que se
ha modernizado la Refinería de Cartagena, aumentando su capacidad de
80,000 a 165,000 BD (incluye desulfurización), con una inversión de US$
6,500 millones de dólares (está avanzada en 83% a junio 2013). Lo mismo
con Barrancabermeja, que refinará 250,000 BD de combustibles más
limpios, con una inversión de US$ 3,400 millones (a junio el avance es
16%).
Queda claro que en Colombia hay una política de Estado, ¿no es cierto?
En el Perú, todo está listo para que se firme el contrato de
modernización de la Refinería de Talara, cuya ingeniería ha sido
validada por tres empresas internacionales. Pero hay oposición en el
MEF, que pide una ley del Congreso. Se sabe también que la clave para el
fortalecimiento de Petroperú –y, por ende, para financiar la Refinería
de Talara– es que tenga producción propia de petróleo, como ECP. Eso
debiera suceder, ya, con los Lotes de Talara que están por revertir al
Estado.
Pero aquí se dice que Petroperú no tiene capacidad técnica ni
económica (lo que es falso) y Perupetro plantea la renovación a dedo por
10 años con los operadores existentes, algo a lo cual no obliga el
contrato vigente. Por tanto, es una “gracia” que el Estado peruano le da
porque sí (negándosela a Petroperú). Y cuando Perupetro dice que
Petroperú tenga aunque sea el 25%, sale El Comercio a decir que la
empresa sufre de “enanismo” porque quiere crecer “subiéndose a los
hombros de otras empresas” (Se la quieren llevar fácil, El Comercio,
19/10/2013). Increíble pero cierto. Y menos suave, imposible.
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