CAMUR

 Por Pedro Francke



Nombre raro: CAMUR. Es el acrónimo de la Conferencia Anual de Municipalidades Rurales, que se reunió por novena vez la semana pasada en Lima. Aunque representa al 71% de todos los municipios del país, no tuvo titulares como la Convención Minera ni llenó los hoteles cinco estrellas (sus alcaldes no llegan a esos).
 Discutieron el tema de la seguridad alimentaria y el agua, de los recursos y las tecnologías y organizaciones para que los pobladores rurales produzcan más y de mayor valor. Se enfrentan al gran problema de la exclusión. Los pequeños agricultores de la sierra y la selva siguen siendo excluidos, sobre todo en el aspecto económico. Para sus familias habrá reparto de dinero y de alimentos en búsqueda de aplausos, pero con quien habla sobre economía el presidente Humala es con las grandes mineras y trasnacionales.

Una y otra vez, los voceros del gobierno hablan de los “megaproyectos”, como si las grandes inversiones fueran más valiosas que las pequeñas. En el terreno mismo de la producción, capital es capital, sea el grande o pequeño. Pero socialmente el progreso de las microempresas y los pequeños productores es mejor porque entre ellos hay competencia y no monopolios rentistas, benefician a más peruanos, no concentran el ingreso ni generan lobbies corruptores. Además, cuando se habla de los “grandes proyectos” se suele ocultar los problemas de contaminación y conflictos que provocan.


A contrapelo de escepticismo de un neoliberalismo muy centralista como el que nos domina, en muchos lugares del país hay experiencias que han logrado avances importantes en ingresos campesinos, aunque todavía la enorme mayoría de familias rurales haya quedado atrás. Hay centenas de ejemplos exitosos, entre agricultores, ganaderos, proyectos turísticos, artesanos, textileros, queseros, forestales, piscicultores, productores de bienes culturales. Las cooperativas cafetaleras, produciendo productos orgánicos y de calidad especial, entrando a nuevos productos como el cacao y el azúcar a pesar de tener unos caminos endiabladamente malos, han sido una gran experiencia.

El gobierno central apoya muy poco estas iniciativas, concentrándose en acallar las protestas contra la contaminación y el abuso de mineras y petroleras. Otra es la actitud de los municipios rurales, que como mostró la CAMUR, promueven el desarrollo económico desde el Perú profundo.

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