Todo para el capital. Nada para el trabajo.

 Por Carlos Monge Salgado



El presidente Humala ha anunciado un paquete de medidas para reactivar la inversión. Se incluyen algunas medidas que se habían puesto en práctica (Certificados de Inexistencia de Restos Arqueológicos aprobados en 30 días aplicando silencio administrativo), otras que se concretaron en ese mismo momento (Estudios de Impacto Ambiental para gran minería evaluados y aprobados en 100 días), y algunas otras que están todavía en camino. En este mismo escenario, como hemos señalado la semana anterior, el gobierno ya había prácticamente matado la Ley de Consulta.
El gobierno reacciona así ante una coyuntura internacional caracterizada por una ligera baja de los precios de minerales como el cobre y el oro y anuncios de una caída igualmente ligera de la tasa de crecimiento de China. Su objetivo, hacer al país aún más atractivo a los inversionistas privados peruanos y extranjeros. Su lógica, compensar la caída en las ganancias esperadas eliminando requisitos ambientales, culturales y sociales que los inversionistas consideran como trabas.

¿Se anuncia alguna medida a favor de los trabajadores que seguramente serán también golpeados por la caída en el crecimiento? Ninguna. Ninguna. Ninguna.

¿La reacción de los empresarios antes las medidas? La CONFIEP saluda y se compromete a invertir, pero sospechamos que quieren más. Por ejemplo, traerse abajo el conjunto de medidas que el Ministerio del Ambiente ha tomado para fortalecer a la Oficina de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA), incluyendo estándares más exigentes, multas más altas y denuncias de casos severos de pasivos ambientales en la Amazonía.

Por otro lado, los empresarios nacionales también buscan ganarse alguito. La SNI considera que las medidas tomadas son insuficientes, y demanda una mayor flexibilización de las normas laborales. Seguramente querrán universalizar los recortes a los derechos laborales que ya rigen en el sector agro exportación, textil y del trabajo doméstico.

Es decir. Todo para el capital. Nada para el trabajo. Y esto en un escenario en el que se reduce la pobreza pero se mantienen altísimos niveles de desigualdad en el reparto de la renta entre el capital y el trabajo.

Mientras tanto, justo cuando el expresidente Lula viene de visita, la Organización Internacional del Trabajo felicita a Brasil por una política laboral que incluye la extensión de derechos a todos los sectores y aumento permanente del salario mínimo de acuerdo al costo de vida. El resultado es que, junto con los programas sociales, esta política laboral progresiva ha sacado a millones de la pobreza. Habría que pedirle una asesoría, ¿no? 

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