DESIGUALDAD ESTRUCTURAL SIN SOLUCIÓN

 Por Efraín Gonzales de Olarte



La desigual distribución de los ingresas en el Perú  se origina en una rigidez estructural que impide que la concentración del ingreso, en las ganancias y rentas,  promueva inversiones capaces de generar empleos decentes con mayores ingresos personales.
Recientemente Latinvex ha publicado que el PBI por persona del Perú ha alcanzado 11,403 dólares ajustado por el poder de compra a nivel internacional. Tomemos esta cifra como base para evaluar el ingreso personal disponible (IPD)  y la forma como se distribuye. En el Perú el IPD representa el 75% del PBI. Según esto cada peruano debería recibir un ingreso de 8,600 dólares al año, es decir unos 1,860 soles al mes en promedio al tipo de cambio actual. Según los datos del INEI el ingreso promedio mensual de los trabajadores es de 1,370 soles. La pregunta obvia es quién o quiénes están ganando los 494 soles restantes soles que faltan para llegar al promedio.
El tema central es que la mayor parte de los trabajadores peruanos tienen un ingreso por debajo de 1,860 y una minoría tiene por encima o muy por encima, de ahí la desigualdad personal y familiar de ingresos, que es un problema que no logra resolver el actual modelo económico peruano, pese al crecimiento.
El otro tema es que los ingresos salariales promedio han crecido a una menor tasa que el PBI, lo cual hace que la distribución funcional se concentra en las ganancias y las rentas (70% del ingreso), mientras que los ingresos de los trabajadores alcanzan sólo el 30%.
La desigualdad de ingresos personales es obviamente un problema social que, creo,  sólo se puede resolver en el largo plazo, con mejoras educativas que sirvan para conseguir mejores trabajos, con remuneraciones mayores.
La desigualdad funcional es un problema macroeconómico en la medida que la demanda de los trabajadores es relativamente pequeña para promover mayores inversiones en la producción de bienes salariales, lo que empeora en la medida que es preferible importar estos bienes, dada la sobrevaluación del tipo de cambio. Esto no ayuda a generar más empleos “decentes”, yendo en contra de la reducción de la desigualdad del ingreso personal.
Así, la desigualdad distributiva no parece tener solución en el actual modelo económico y en las políticas públicas que lo promueven.

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