Castilla y la triste economía peruana

 Por Carlos Alonso Bedoya



Qué triste es escuchar que no hay plata para pagarles sueldo mínimo a los soldados, tras diez años de bonanza económica.
Mientras el ministro Castilla declara que estamos muy bien en la macroeconomía y que solo hay que hacer reformas burocráticas para seguir creciendo; no hay doscientos millones de soles anuales para retribuir dignamente a los reclutas del servicio militar obligatorio.

Esto me hace recordar cuando Castilla boicoteó la reforma salarial y de pensiones de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional ni bien empezó el gobierno de Humala. Asustó al Presidente diciéndole que se iba a ocasionar un forado en la caja fiscal, a pesar que la reforma planteada por los propios institutos armados era bastante racional y tenía una lógica progresiva.

Fue así también que se convirtió Pensión 65 en una ridícula ampliación del bono gratitud de García. Y en general, todo el gasto de programas sociales no llega a representar ni siquiera el 1 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI).

No me queda duda de que esta lógica no tiene que ver en realidad con la fortaleza o debilidad del fisco, sino con el estilo de crecer que tenemos en el país desde hace años, el mismo que se puede resumir en bajos salarios y ahorrar todo lo que se pueda.

Por ello, no importa que los médicos estén reclamando por sueldos en las calles, mientras crezca el Fondo de Estabilización Fiscal, o no se sepa cuánto ya hay en el Fondo de Tesorería y se escondan recursos en la Reserva de Contingencia. Toda esta plata controlada por Castilla desde el MEF.

Las reservas internacionales podrán superar los 60 mil millones de dólares, pero nunca habrá plata para salarios dignos. Ese es el modelo.

Ahora que la crisis económica global está en la puerta de América del Sur, en el Perú se asoma peligrosamente el fantasma del déficit en las cuentas externas. La balanza de pagos está de candela, tras una década de adicción a importaciones sin mirar al sector manufacturero nacional. Y ahora sí, la caída de los metales nos va a pegar también por el lado fiscal.

Sin embargo, todo lo ahorrado nos dará un aire para que los ridículos programas sociales no se paren, al menos hasta que acabe el mandato de Humala. Pero igual, nos empezaremos a endeudar en dólares para cubrir la brecha externa. Como siempre ha sido en la historia económica de la república.

El fin de la fiesta económica parece haber comenzado. Nunca se pudo mejorar el ingreso de la mayoría de peruanos como en el caso de los soldados, ni tampoco interconectar a todo el país vía trenes o carreteras bien puestas.

Castilla solo atina a flexibilizar las reglas de la inversión lo que sin duda agregará a la crisis económica en ciernes, más conflictos sociales. Y en medio de eso se acelera la descomposición política. Sin duda un cóctel molotov del que tal vez no participará Castilla, pues podría irse antes de que comience el incendio. 

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