La más grande amenaza a la viabilidad del Perú
Por Oswaldo de Rivero
Hace poco, un estudio de la Universidad del Pacífico pronosticó que el modelo de crecimiento extractivo primario peruano haría crisis a fines de la década del 2020.
Tal vez sea mucho antes porque los precios de los minerales siguen cayendo debido a la crisis mundial y a la disminución de la demanda de China.
En el caso del Perú, las exportaciones tradicionales ya han caído más del 22 por ciento.
Numerosos inversionistas de la bolsa de metales de Londres consideran esta baja de precios como el comienzo del fin del superciclo de las materias primas que se inició a fines del siglo XX.
El crecimiento extractivo y cíclico del Perú no es así, para nada, un proceso de desarrollo. El Perú siempre ha exportado productos mineros y nunca ha logrado convertirse en un país desarrollado.
Un país está en un verdadero proceso de desarrollo cuando diversifica sus exportaciones tradicionales con otras que incrementan su contenido tecnológico como resultado de una constante innovación.
En otras palabras, cuando un país primario, como el Perú, comienza a liberarse de su cultura acientífica, innovando debido a que invierte cada vez más en investigación y desarrollo científico y tecnológico.
Y, a la vez, logra que los graduados en ciencias matemáticas, físicas, químicas, biológicas y naturales superen a los graduados en letras, derecho y ciencias sociales, tal como pasa hoy, en Corea del Sur, Taiwán, India y China.
Nada de esto está pasando en el Perú.
Sin embargo, aunque superemos nuestra cultura acientífica y nos convirtiéramos en un país que exporta con creciente contenido tecnológico, como Corea del Sur, nuestro desarrollo tampoco está asegurado porque hoy el Perú enfrenta una colosal amenaza, no solo para desarrollarse, sino para ser un Estado viable.
Esta colosal amenaza es ecológica y consistirá en una catastrófica escasez de agua, nunca vista en nuestra historia, como resultado de la rápida desaparición de los glaciales de los Andes.
Científicos de la universidad de Ohio, liderados por el profesor Lonnie Thomson, unos de los más prestigiosos glaciólogos del mundo, acaban de publicar en la revista Sciences un contundente estudio sobre el derretimiento rápido de los glaciales de los Andes. También otro importante estudio de un grupo de científicos, publicado en la revista científica Cryophera, confirma las conclusiones del profesor Thomson.
Ambos estudios demuestran que los glaciales andinos han desaparecido ya entre el 30 y 50 por ciento y que a este paso pueden desaparecer entre 10 y 15 años. Es decir, estamos en una lucha contra el reloj.
Sin embargo, este proceso no alarma a ningún grupo político en el Perú. Ningún dirigente tiene en agenda esta futura catástrofe. Ni se da cuenta que el derretimiento de los glaciales de los Andes va derretir la gobernabilidad del Perú hasta convertirlo en un Estado inviable.
El deshielo producirá primero abundancia de agua y luego una escasez nunca vista en el Perú. Esto último originará además una baja notable de la producción de alimentos y de la energía hidroeléctrica que afectará gravemente a Lima, otras grandes ciudades y también a miles de pueblos.
En el Perú la escasez de agua será peor que en los otros países andinos porque nuestro país está hoy entre los países del mundo con menos consumo de agua per cápita. Y a pesar que nuestra gobernabilidad se derretirá con los glaciales, no tenemos hasta ahora un estudio hidrológico nacional para saber con qué fuentes de agua contamos, cuáles están en peligro y qué debemos hacer.
Vivimos todavía en el siglo pasado, creyendo que nuestro desarrollo depende del manejo de la economía. La verdad es que en el siglo XXI, las predicciones económicas sobre el Perú no tienen ningún valor si no toman en cuenta los factores ecológicos.
Hoy, para saber hacia dónde va el Perú y el mundo hay que conocer tanta o más ecología que economía.
Hace poco, un estudio de la Universidad del Pacífico pronosticó que el modelo de crecimiento extractivo primario peruano haría crisis a fines de la década del 2020.
Tal vez sea mucho antes porque los precios de los minerales siguen cayendo debido a la crisis mundial y a la disminución de la demanda de China.
En el caso del Perú, las exportaciones tradicionales ya han caído más del 22 por ciento.
Numerosos inversionistas de la bolsa de metales de Londres consideran esta baja de precios como el comienzo del fin del superciclo de las materias primas que se inició a fines del siglo XX.
El crecimiento extractivo y cíclico del Perú no es así, para nada, un proceso de desarrollo. El Perú siempre ha exportado productos mineros y nunca ha logrado convertirse en un país desarrollado.
Un país está en un verdadero proceso de desarrollo cuando diversifica sus exportaciones tradicionales con otras que incrementan su contenido tecnológico como resultado de una constante innovación.
En otras palabras, cuando un país primario, como el Perú, comienza a liberarse de su cultura acientífica, innovando debido a que invierte cada vez más en investigación y desarrollo científico y tecnológico.
Y, a la vez, logra que los graduados en ciencias matemáticas, físicas, químicas, biológicas y naturales superen a los graduados en letras, derecho y ciencias sociales, tal como pasa hoy, en Corea del Sur, Taiwán, India y China.
Nada de esto está pasando en el Perú.
Sin embargo, aunque superemos nuestra cultura acientífica y nos convirtiéramos en un país que exporta con creciente contenido tecnológico, como Corea del Sur, nuestro desarrollo tampoco está asegurado porque hoy el Perú enfrenta una colosal amenaza, no solo para desarrollarse, sino para ser un Estado viable.
Esta colosal amenaza es ecológica y consistirá en una catastrófica escasez de agua, nunca vista en nuestra historia, como resultado de la rápida desaparición de los glaciales de los Andes.
Científicos de la universidad de Ohio, liderados por el profesor Lonnie Thomson, unos de los más prestigiosos glaciólogos del mundo, acaban de publicar en la revista Sciences un contundente estudio sobre el derretimiento rápido de los glaciales de los Andes. También otro importante estudio de un grupo de científicos, publicado en la revista científica Cryophera, confirma las conclusiones del profesor Thomson.
Ambos estudios demuestran que los glaciales andinos han desaparecido ya entre el 30 y 50 por ciento y que a este paso pueden desaparecer entre 10 y 15 años. Es decir, estamos en una lucha contra el reloj.
Sin embargo, este proceso no alarma a ningún grupo político en el Perú. Ningún dirigente tiene en agenda esta futura catástrofe. Ni se da cuenta que el derretimiento de los glaciales de los Andes va derretir la gobernabilidad del Perú hasta convertirlo en un Estado inviable.
El deshielo producirá primero abundancia de agua y luego una escasez nunca vista en el Perú. Esto último originará además una baja notable de la producción de alimentos y de la energía hidroeléctrica que afectará gravemente a Lima, otras grandes ciudades y también a miles de pueblos.
En el Perú la escasez de agua será peor que en los otros países andinos porque nuestro país está hoy entre los países del mundo con menos consumo de agua per cápita. Y a pesar que nuestra gobernabilidad se derretirá con los glaciales, no tenemos hasta ahora un estudio hidrológico nacional para saber con qué fuentes de agua contamos, cuáles están en peligro y qué debemos hacer.
Vivimos todavía en el siglo pasado, creyendo que nuestro desarrollo depende del manejo de la economía. La verdad es que en el siglo XXI, las predicciones económicas sobre el Perú no tienen ningún valor si no toman en cuenta los factores ecológicos.
Hoy, para saber hacia dónde va el Perú y el mundo hay que conocer tanta o más ecología que economía.
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