Hegemonía mundial en disputa abierta

 Por Carlos Alonso Bedoya


Japón se sumó al mega TLC del Pacífico (TPP por sus siglas en inglés) que promueve Estados Unidos. Corea del Sur y Taiwán están por entrar también. Con ello se pone en jaque tanto al acuerdo regional asiático en el marco de ASEAN (la UNASUR de Asia), como al acuerdo comercial tripartido entre China, Japón y Corea del Sur. Es en realidad un golpe a la hegemonía China en la zona con el cuento de la promoción de puestos de trabajo.
ambién es un golpe para Brasil, pues Chile, Perú y México están también en el TPP, y vía la red de TLC que hay entre ellos y Colombia (Alianza del Pacífico) y con Estados Unidos y CentroAmérica, la posibilidad de una integración latinoamericana con una lógica distinta a la del libre comercio y la hegemonía estadounidense queda descartada. En la práctica se parte a América Latina en dos.

Pero además, en junio, Estados Unidos y Europa empiezan a negociar un TLC de envergadura, pues juntos representan casi el 50% del PIB mundial. Este superpacto comercial se conoce como el Acuerdo Transatlántico y junto con el TPP configurarían un área en el que se mueven el 60% del comercio y las inversiones mundiales.

Estas dos medidas buscan sin duda restablecer el poder que tuvo que ceder Estados Unidos tras la explosión de la crisis global en el 2008, cuando integró a los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) al foro mundial encargado de discutir las salidas a la crisis, pasando del esquema del G7 al del G20, en el que de paso sumó a otras economías asiáticas, latinoamericanas y europeas para no hacer roche.

Pero un bloque del tamaño que significaría la suma de los acuerdos transpacífico y transatlántico bajo la hegemonía estadounidense no solo tendría significancias comerciales, sino también financieras, económicas, políticas e incluso militares.

Es por ello que los BRICS han respondido esta semana y han anunciado la creación de sus propias instituciones financieras alternativas al Banco mundial y al Fondo Monetario Internacional, en las que China pondrá la plata fuerte. Esta reacción es por cierto pertinente, ya que en un par de semanas empezarán las reuniones de primavera de estos dos organismos en Washington.

La hegemonía mundial está en disputa abierta. Y ese camino inexorable en el que el mundo parecía transitar a una multipolaridad ya no es tan seguro. Cuando el interés está en juego, el interesado actúa. Y lo que puede pasar si los planes de Estados Unidos se concretan es que en el mejor de los casos avancemos a una bipolaridad en la que uno de los polos integre a dos de los tres motores de la economía mundial.

En todo caso por ahora, el G7 -o si se quiere Estados Unidos (G1) y sus amigos- pretenden debilitar la hegemonía de los BRICS en sus propias regiones. Al menos eso se ve claramente en Asia con China y en América Latina con Brasil.

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