El problema del dólar no es de corto plazo

 Por Carlos Alonso Bedoya


Desde que PPK anunció que al final del verano tendríamos el dólar a 2.30 soles, el tema de la caída de la divisa norteamericana ha estado en los principales análisis económicos.
Apesar de que en boca de PPK todo suena a operación corporativa, no podemos soslayar que éste es el primer golpe que recibimos de la crisis de las economías desarrolladas en el 2013.

Y no es un tema solo peruano. En Chile, por ejemplo, el debate económico reciente ha sido marcado por el presidente de su Banco Central, dando a conocer medidas para evitar la constante apreciación del peso Chileno frente al dólar.

Es un tema que, con excepción de Venezuela y Argentina –que tienen otra política cambiaria-, toca a todas las economías de Nuestra América, afectando tanto al sector exportador como a los que producen para el mercado interno. Como bien lo ha explicado el análisis de Otra Mirada, solo los importadores se benefician con un dólar barato, mientras que cae el empleo.

No obstante que hemos visto al dólar caer casi imparablemente desde inicios del siglo en al menos 30 por ciento respecto al sol; casi todos los economistas locales –tanto neoclásicos como keynesianos- encuentran soluciones muy de corto plazo, y todas ellas con la intervención del Banco Central y del Ministerio de Economía y Finanzas.

Unos piden que el BCR eleve el límite que tienen las AFP para sacar plata al extranjero. Otros que el MEF genere aún más superávit fiscal. Hay quienes solo le apuestan a la flotación sucia.

Los más serios piden control de capitales, pero casi ninguno cuestiona el esquema monetario mundial en el que el dólar es la moneda de reserva y de intercambio más usada, a pesar de pertenecer a la economía más endeudada del mundo en términos absolutos y una de las más endeudadas en términos relativos.

Es fundamental que la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) trabaje seriamente en promover lo que se denomina “señoriaje” sobre la unidad en la que guarda la mayor parte de sus ahorros y en la que realiza su intercambio comercial intrarregional y extrarregional.

Ampliar el alcance de mecanismos como el Sistema Unitario de Compensación Regional (Sucre) que hoy por hoy ya tiene el equivalente a 1,200 millones de dólares en operaciones, especialmente entre Venezuela y Ecuador, es algo que se debería considerar. Pero claro, muchos que piensan que la economía es ciencia exacta se ríen de lo que consideran como puro chavismo.

Al menos deberían discutir sobre la reforma del mecanismo de créditos recíprocos entre bancos centrales en el marco de Aladi, a fin de que se permita compensar no solo en dólares y no solo en Nueva York.

En medio del panorama del recrudecimiento de la crisis, deberíamos enfocarnos en construir una nueva arquitectura financiera regional, y tener una malla monetaria latinoamericana que permita intercambiar sin pasar por el dólar con Europa por ejemplo, ya que los europeos tienen su propia malla denominada Sistema Target.

Pero el debate económico peruano es tan pobre, que estos y otros temas de primer orden ni se miran.

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