Otra caída del dólar y menos trabajo para los peruanos

  


Por Otra Mirada


En los últimos días el ex candidato presidencial Pedro Pablo Kuczynski anunciaba un apocalipsis económico: el precio del dólar llegaría para fines de marzo a 2.30 soles. Semanas antes, Centrum–Católica se había pronunciado también en el mismo sentido, afirmando que para fines de año el dólar caería hasta a 2.25 soles. Es decir, una apreciación de la moneda nacional del 10% frente a la norteamericana. Según Elmer Cuba la caída del dólar podría afectar al 40% de la producción nacional, con los subsecuentes impactos en inversión y empleo. ¿Es posible evitar esta caída? ¿Cuáles serían los impactos en nuestra economía nacional, en los salarios de los trabajadores peruanos y en el mercado nacional?
Para evitar la caída del dólar han aparecido rápidamente un variopinto grupo de especialistas, sugiriendo un conjunto de medidas para paliar esta amenaza jalando agua para sus respectivos molinos. Mientras algunos como PPK urgen al Congreso a que nombre a los tres directores faltantes en el Banco Central para solucionar esta crisis; otros economistas neoliberales han sugerido rápidamente aumentar el límite de inversión en el extranjero de las AFP. Cabe recordar que dicho límite fue recientemente aumentado de 30% a 32%, lo que significan $750 millones de dólares de ahorro nacional que se utilizaran en otras economías.
La baja del dólar ha significado también disputas en la comunidad empresarial. Obviamente los gremios vinculados al sector exportador, así como aquellos que producen para el mercado interno están siendo directamente perjudicados con esta caída del dólar. Mientras, los exportadores al vender sus productos en dólares y pagar sus costos en soles pierden rentabilidad con un dólar barato; simultáneamente, aquellos que producen para el mercado interno ven este último inundado por productos importados viendo sus márgenes de ganancia reducidos.  Es por esta razón que gremios empresariales como ADEX y la Cámara de Comercio de Lima se han pronunciado recientemente, exigiendo que el gobierno aumente el superávit fiscal previsto para este año hasta un 2%. Resulta increíble que en un país con severos déficits sociales y de infraestructura un gremio empresarial sugiera guardar dinero que podría ser utilizado rápidamente para aumentar salarios a nuestros maestros, médicos o policías.
Si bien medios especializados como el diario “Gestión” hablan de una unidad empresarial en torno a la caída del dólar, lo cierto es que los gremios más vinculados al sector importador, como COMEX, y aquellos vinculados a los sectores “naturalmente” competitivos de la economía nacional, como los sectores mineros se han puesto de perfil. COMEX por ejemplo, a través de su presidente, declaró al mencionado diario que son “otros temas” los que afectan más al sector exportador, como la falta de infraestructura o la demora en las certificaciones sanitarias. Es claro que a los sectores importadores y a los exportadores tradicionales el tipo de cambio o bien los beneficia abiertamente o los tiene sin cuidado.
Desde una perspectiva crítica y como señalan especialistas como Carlos Monge y Félix Jiménez la caída del dólar es consecuencia del tipo de modelo de crecimiento neoliberal puesto en marcha hace dos décadas en nuestro país. Este modelo ha reprimarizado la economía haciéndola dependiente de actividades como la minería. Este fenómeno no ha hecho más que acentuarse en la última década con el aumento de los precios de los minerales.
La pérdida de competitividad de nuestro sector manufacturero como producto de la inundación de dólares que estamos sufriendo no sólo deprime a los sectores exportadores y a los manufactureros, sino que impide la generación de trabajo adecuado, con mejores niveles salariales, que son los que otorga un vigoroso sector industrial. Recordemos que el crecimiento de la economía peruana se ha concentrado en los rubros de menor productividad y menores salarios relativos como el sector construcción y de servicios; y que, por otra parte, el salario mínimo peruano se ubica entre los más bajos de América del Sur superando tan sólo a Bolivia y por detrás de Ecuador.
Además, el sesgo primario de nuestra economía refuerza nuestro patrón de crecimiento dependiente, especializándonos en la producción de materias primas con escaso valor agregado. Nos hace dependientes de productos tecnológicos e industriales que no se producen ni se producirán en el país mientras el modelo neoliberal continúe.
Queda por ver cómo es que la política fiscal expansiva que los EE.UU emprendió luego de la crisis del 2008 ha hecho descender el valor del dólar a nivel mundial. La política de impresión masiva de dólares para alimentar su deprimida economía ha impulsado en la práctica un proceso de devaluación de la moneda norteamericana, permitiendo que sus productos ganen competitividad frente a los del resto de economías desarrolladas. Nuestro país “bendecido” por un TLC con EE.UU tiene su mercado interno listo para ser canibalizado y así colaborar con un granito de arena en la reactivación norteamericana, al costo de seguir teniendo una economía primaria.

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