El tamaño de la desigualdad

Por Sinesio Lopez
Cuando se examinan los diversos trabajos de los economistas sobre la desigualdad en el Perú sorprenden los diferentes resultados a los que llegan sobre el tamaño de la misma. Al respecto, los economistas se dividen en optimistas y pesimistas. Hay un cierto consenso, sin embargo, sobre la alta concentración del ingreso y el alto nivel de desigualdad entre los 60 y los 90 del  siglo pasado.
Webb (1975) encontró que, en 1961,  el 1 por ciento más rico concentraba el 25.4 por ciento del ingreso personal y el 30.5 por ciento del ingreso nacional; que el decil más rico poseía el 49.2 por ciento del ingreso personal y el 52.8 por ciento del ingreso nacional, mientras que el decil más pobre poseía sólo el 1 por ciento del ingreso personal y del ingreso nacional. Figueroa (1974) estimó que en 1968-69 el decil más pobre concentraba el 1.7 por ciento del ingreso mientras que el decil más rico concentraba el 37.5 por ciento.
Los optimistas afirman que en las dos últimas décadas la desigualdad en el Perú ha disminuido y que el Gini llega a 0.4 o menos. Los pesimistas sostienen, en cambio,  que desde hace varias décadas la desigualdad se ha mantenido cuando no se ha incrementado y que el Gini llega a 0.6. Algunos economistas (Escobal y Ponce, por ejemplo) son optimistas en la reducción de la desigualdad individual o vertical, pero son pesimistas en lo que se refiere a desigualdad horizontal o grupal que se mantiene o crece.
¿Qué es lo que diferencia a los optimistas de los pesimistas? Tres criterios, al parecer los diferencian: las fuentes de información que utilizan,  las tendencias distributivas que encuentran y el enfoque. Los optimistas prefieren las encuestas (ENNIV, ENAHO), pese a las deficiencias que presentan: no encuestan a los ricos y no recogen bien el ingreso no laboral que, en gran medida, alberga a la desigualdad.  Ellos sostienen, sin embargo, que “la recopilación adecuada de datos sobre ingresos y gastos individuales y por hogar les permite estimar la desigualdad tanto dentro de los grupos ocupacionales como entre ellos” (Jaramillo y Saavedra, 2011: 17-18). El enfoque que subyace a sus análisis es que la desigualdad y la pobreza son el resultado del desempeño individual. Los optimistas no pueden ocultar su simpatía por el modelo neoliberal de crecimiento, mientras los pesimistas, por lo general, son críticos.
Los pesimistas utilizan a las cuentas nacionales para analizar la evolución de la distribución funcional del ingreso. Ellos muestran que la distribución del ingreso comenzó en un nivel de concentración muy alto y se concentró todavía más entre 1950 y 1990. Ellos sostienen que la desigualdad y la pobreza provienen de relaciones sociales que tienen un carácter histórico y estructural (étnico-racial entre otros)  y que los desempeños individuales y, por consiguiente, las desigualdades individuales, se encuentran, en todo caso, enmarcados dentro de esas relaciones sociales estructurales. Según Jaramillo y Saavedra (2011)  los pesimistas omiten la desigualdad al interior de los grupos ocupacionales (trabajadores asalariados, trabajadores independientes urbanos, trabajadores rurales y capitalistas) puesto que toda su atención se enfoca en las diferencias entre estos grupos.

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