Dólar, empleo y pobreza.

 Por Kurt Burneo


Cuando se comenta sobre el precio del dólar, las menciones por lo general quedan circunscritas a aspectos principalmente financieros, por ejemplo en la perspectiva  de pérdida de competitividad  de las firmas que exportan, al transar con una divisa que cada vez se convierte en menos soles. El tema es que esto, tiene también efectos por el lado real que afectaría los progresos de reducción de la pobreza y desigualdad que vale la pena considerar, tal como lo explicare en esta nota.
Si definimos el tipo de cambio real multilateral, como el ratio entre el precio  externo (promedio) de los bienes, importables y exportables (transables) con nuestros principales socios comerciales, (es decir el precio promedio en dólares multiplicado por el tipo de cambio) respecto a los precios en soles de los bienes fabricados aquí; en realidad simplificadamente estimamos el precio relativo de los bienes transables respecto a los no transables.  En los últimos 18 años, observamos que el tipo de cambio real multilateral  se incrementa entre 1994 y el 2007 en un 14% mientras  que muestra una pronunciada caída en 13% entre 2007 y 2012.   Un tipo de cambio real que se reduce (aprecia) indica que los bienes transables se abaratan respecto a los producidos localmente (no transables) al ser los precios relativos  factores de asignación de recursos en la economía, cuando cada dólar que recibe un exportador se convierte en menos soles se dificulta su participación en mercados externos, mientras que a la vez al ser más baratas las importaciones , estas últimas pueden entrar más fácilmente al mercado local desplazando a firmas locales.  Además,  la caída del tipo de cambio real multilateral, hace que sectores no transables se vuelven empresarialmente más atractivos. Es por ello que servicios como construcción, seguridad y servicios en general empiezan a ser interesantes receptores de inversión y consecuentemente empiezan a tener mayores tasas relativas de expansión, pero demandando a la vez empleo temporal y de baja calidad, con lo cual previsiblemente cuando menos, se podría ralentizar los progresos en reducción de pobreza y distribución del ingreso.
Por ello, el tipo de cambio real multilateral no es inocuo en términos de la composición del producto, ingreso y el empleo.  Solo a manera de referencia: al 2004 habían en el Perú 6’295,684 familias de las cuales casi el 40% eran pobres (2’470,000) al contar con un ingreso mensual individual inferior a S/.202 soles. Al 2011 de 7’527,833 familias, casi un 22 %(1’981,000) eran pobres al contar con un ingreso mensual inferior a los S/. 272. ¿Alguien tendría alguna duda que estas cifras podrían haber sido mucho mejores sin una caída tan pronunciada del tipo de cambio real en el último quinquenio? En mi opinión como Dios es peruano, estos últimos anos, el boom de precios de materias primas nos permitió capear este factor adverso, pero sabemos también que los ciclos no son eternos. No perdamos de vista que la apreciación cambiaria que además de una mayor desviación respecto al tipo de cambio de equilibrio de largo plazo, está haciendo que actividades no transables se rentabilicen comparativamente, lo cual entre otras cosas, al aumentar la propensión a importar afecta la estructura sectorial del producto y del empleo hacia  no precisamente aquella de mayor productividad y calidad respectivamente.
Es cierto que no se puede hacer competitiva una actividad económica a punta de política cambiaria, pero también lo es, el que la evolución cambiaria no debe ser un obstáculo estructural de permanencia en los mercados. No es un tema solo de finanzas, sino de economía también.

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