¿Acá no pasó nada?: TLC UE y el Congreso

 Por Alejandra Alayza Moncloa


La reciente aprobación, sin discusión y por unanimidad, del Tratado de Libre Comercio entre Perú y la Unión Europea en el Parlamento peruano, da mucho que pensar. ¿Se trata de un mayoritario convencimiento informado? Sinceramente no lo creo. Escuchamos a los representantes patrios repetir los argumentos de las bondades de los TLC sin detenerse en mirar de fondo qué significa fijar reglas en la política de comercio e inversiones con el viejo continente en el contexto de la seria crisis financiera. En ejercicio de su obligación parlamentaria ¿alguno habrá revisado los alcances del acuerdo o dialogado con sectores sensibles? No lo creo.
Mientras que en el Parlamento Europeo el debate se dio en diversas discusiones durante un año, en momentos diversos en los que los representantes parlamentarios escucharon a las partes involucradas, el proceso en el Perú evitó todo debate de fondo. Las Comisiones de Comercio y Relaciones Exteriores impulsaron rápidas votaciones. Lo mismo hizo el Pleno del Congreso, que una semana después aprobó por unanimidad (sin votos en contra ni abstenciones) el TLC. Mientras que en el Parlamento Europeo la oposición llegó a 147 votos, en el Perú la unanimidad, más que un voto informado y convencido, pareciera ser el voto de quienes no quieren lidiar con un tema tan sensible (e impopular) como este.

Nuevamente el desempeño del gobierno en este tema es una nueva desilusión. La apuesta por la inclusión social y la necesidad de promover el mercado interno (prioridades varias veces repetidas) debieron estar en este debate. A pesar de que el gobierno decidiera finalmente aprobar el TLC, resulta por decir lo menos sorprendente, que evitara discutir la necesidad de priorizar políticas para aminorar el impacto sobre sectores sensibles. ¿De qué lado se pone finalmente?

Este desaprovechado debate en el Parlamento se dio de manera excepcional. Solo el TLC con Estados Unidos se debatió en el Congreso peruano. Todos recordamos a la hoy vicepresidenta Marisol Espinoza levantar hace unos años muy activamente sus críticas. Luego de más de cinco años de una activa promoción de la liberalización de mercados e inversiones a través de la negociación y firma de los TLC, sin debate democrático, el Congreso de la República debía tener algo que decir.

Hasta los sectores pro TLC han reconocido la necesidad de promover la Agenda Interna. Por un lado, compensar a los sectores afectados, y por otro promover mejores condiciones para el aprovechamiento de las oportunidades que brindarían estos acuerdos para los pequeños y medianos productores (agrarios o PYMES). Todos recordamos el famoso ofrecimiento del “TLC hacia dentro” de Hernando de Soto, y el abandono de la idea de la agenda interna de los gobiernos de Toledo y García. De esto poco o nada se ha hecho. Las necesidades de atender sectores afectados y promover mejores condiciones de inclusión no ha variado. La “gran transformación” sufrida en las prioridades de política del gobierno, está dejando de lado reformas necesarias, con altos costos.

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