Reducir la vulnerabilidad para crecer con sostenibilidad

 Por Armando Mendoza


Con las perspectivas de crecimiento de la económica mundial a la baja para un 2013 que ya está a la vuelta de la esquina; se hace imperativo el establecer medidas que blinden al Perú del impacto negativo que vendrá del exterior. Pero de igual forma, este es un momento en que debería relanzarse una discusión franca y constructiva sobre el sendero de crecimiento que venimos recorriendo, sus límites reales, y cómo tener alternativas que permitan que dicho crecimiento se dé bajo condiciones de sostenibilidad y equidad.
En ese sentido, un objetivo clave para las políticas públicas es el establecer estrategias que reduzcan y/o compensen dos elementos críticos de nuestro comercio externo: la dependencia en las exportaciones y la concentración de dichas exportaciones, elementos que explican en mucho nuestra vulnerabilidad a choques externos.

Así, una economía dependiente de las exportaciones verá sus ingresos y su crecimiento afectados por la volatilidad en los precios y en la demanda internacional, particularmente si exporta materias primas. Tal es el caso del Perú, donde el peso de las exportaciones respecto al PBI se ha movido alrededor del 25% en los últimos años, con el grueso de las mismas siendo materias primas.

Por otro lado, la concentración de las exportaciones en un puñado de productos o en unos pocos socios comerciales, también es un riesgo, pues nos hace vulnerables a los tropezones de dichos socios. Prueba de ello la tuvimos hace pocos años, cuando la recesión que golpeo a Estados Unidas y otras mayores economías se reflejó en una caída de US$ 4 mil millones en nuestras exportaciones del 2008 al 2009.

Para encarar estos dos elementos críticos no hay recetas mágicas ni fórmulas complejas. Por el contrario, las respuestas son sencillas y directas: diversificar el portafolio de socios comerciales, lo que debe ser paralelo y complementarse con la diversificación de nuestra canasta de productos, reduciendo el peso de las materias primas e incrementando la presencia de exportaciones no tradicionales, con mayor valor agregado y contenido tecnológico. Pero, de igual manera, una estrategia integral de reducción de nuestra vulnerabilidad externa implica rebalancear el peso de las exportaciones dentro de la economía, fomentando la demanda interna como contrapeso.

En realidad, una política comercial que apunte a reducir nuestra dependencia y concentración de exportaciones, resulta un componente y un reflejo de una estrategia mayor a nivel país: la de armonizar el crecimiento económico y el desarrollo nacional, porque solo así, con bases sólidas y duraderas en el frente interno, podremos salir a competir en serio en el externo.

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