¿Ideología e intereses in crecendo?

 Por German Alarco Tosoni


El decano de la prensa nacional en un editorial reciente nos expuso su pensamiento económico. Esto es positivo, ya que se transparentan posiciones y es útil para conocer la racionalidad, ideología e intereses subyacentes. No es LA PRIMERA vez, lo está haciendo cada vez más frecuente e intensamente.
Parece que este medio contribuyó al giro de las políticas del gobierno actual y quiere más. Están en campaña. La mezcla que propone, para las actuales circunstancias internacionales y nacionales, es peligrosa y por eso requiere ser analizada: desregulación de los mercados, eliminar el salario mínimo, flexibilizar el mercado de trabajo y reducir la presión tributaria.

Este recetario es viejo, ya que está en cualquier libro introductorio de macroeconomía estándar y pudiera ser suscrito por todos los economistas neoliberales. Sin embargo, aún el Fondo Monetario Internacional, diría que la receta es incompleta. Es reconocido por todos la importancia de tener instituciones proactivas a favor de la libre competencia, contar con políticas fiscales y monetarias anticíclicas más institucionalizadas, un sistema de supervisión del sistema financiero más activo, mejorar la gestión pública, entre muchas otras. También llama la atención la falta de oportunidad de la propuesta, cuando precisamente la desregulación del sistema financiero fue una de las causas principales de la reciente crisis internacional.

Este periódico se olvida de muchas variables e interrelaciones económicas básicas. La flexibilización del mercado de trabajo y abolición del salario mínimo puede ser positiva a la exportación, pero hay problema con los mercados internacionales y esto deterioraría, reconcentrando el ingreso, la demanda y producción interna. Tampoco habría incentivos para invertir. La reducción de la presión tributaria nos llevaría aún más lejos por debajo de los estándares internacionales. En esas circunstancias, con la menor inversión privada tendríamos también menos gasto e inversión pública.

Lamentablemente, lejos están los años en que este diario enarbolaba la bandera del desarrollo nacional. Dicen procurar una economía más inclusiva, pero no quieren límites a la propiedad agraria, recusan el fortalecimiento legal de Indecopi para evitar –como en la mayor parte del mundo- fusiones y concentraciones que promuevan prácticas no competitivas y denominan a los salarios mínimos como “perversos”. Ahora no son amigos de la industrialización, ni de la ciencia-tecnología e innovación, son enemigos del crédito agrario público y tener una empresa energética del Estado más integrada que coadyuve a la seguridad energética del país. Todo está ideologizado y los intereses particulares acechan. No deben olvidar, como dijo Joseph Stiglitz, Premio Nobel en Economía, la diferencia entre la teoría del libro y la realidad: “No hagan lo que decimos, sino lo que hacemos”.

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