A un año del susto

 Por Efrain Gonzales de Olarte




Un año después del susto de escoger entre el SIDA y el cáncer, el Perú sigue en piloto automático en lo económico y uno se pregunta dónde está el piloto en los político. Es obvio que ha sido un año de transición en varios temas y que podría esperarse mejoras sustantivas en lo social y lo distributivo.

Al escuchar el discurso del Presidente Humala en fiestas patrias, un año después de las dramáticas elecciones del año pasado, pareciera que la economía ha ido bien casi sin intervenciones importantes del MEF o del BCRP, en piloto automático. Este es el resultado de una transformación importante de la orientación económica del gobierno, que pasó de las metas de equidad a las metas de eficiencia, obviamente para tranquilidad del sector empresarial y para la decepción de muchos de los que votaron por él.

Es aquí donde se encuentra el nudo político, pues está comprobado por la experiencia de los doce años pasados que este tipo de crecimiento basado en la eficiencia, no lleva a la equidad y que para que se dé mejoras distributivas se requiere de un mayor y más eficiente gasto estatal y, sobre todo, de un estado capaz de ejecutar con efectividad las políticas distributivas. La otra alternativa es modificar el modelo de crecimiento y acercarlo al que se prometió en la gran transformación, con intensidad en las políticas sectoriales.

El problema del gobierno es que no ha logrado afinar la maquinaria del estado para manejar con efectos importantes en la igualdad, las políticas sociales y sectoriales, es decir el darle gusto al sector empresarial genera un descontento entre los que votaron por el Humala redistribucionista. El gobierno se encuentra entre dos fuegos: el sector liberal que pide más de lo mismo, con mejor política social y los sectores que votaron por él y que piden, a menudo a través de las protestas sociales, volver a los objetivos de crecimiento con redistribución.

Mientras el gobierno no resuelva esta tensión la gobernabilidad del Perú será complicada. Por ello, se tiene la impresión que falta el piloto político capaz de fortalecer el estado, de generar progresivamente políticas sectoriales, en coordinación con los gobiernos regionales. El discurso insinuó tímidamente esta posibilidad. Ese es el camino.

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