SALARIOS, MERCADO E INDUSTRIALIZACIÓN

 Por Felix Jimenez





Recientemente el presidente Humala ha vuelto a plantear la necesidad de industrializar el país. Ha dicho, por ejemplo, que el gran reto de su gobierno es encontrar un «equilibrio entre las actividades extractivas no renovables y las industriales». Al presidente de Loreto le dijo que para terminar con la dependencia del canon que percibe por la explotación del petróleo, es preciso «que se desarrollen actividades productivas alternativas». Está repitiendo lo que decía en la campaña electoral: «no hay ningún país que sea desarrollado solo con materias primas». ¿Pero sabrá que el desarrollo industrial y la diversificación productiva requieren de ciertas condiciones que los responsables de la política macroeconómica que él eligió, no entienden?

La política cambiaria actual es contraria al desarrollo industrial

Para desarrollar industria en el marco de una economía abierta, es necesario contar con un tipo de cambio real, estable y competitivo. Este es el instrumento idóneo que debe sustituir al uso de los aranceles. Pero el presidente del Banco Central ratificado en el cargo por Humala, está castigando a los productores de bienes transables haciéndoles perder competitividad, al permitir la caída sistemática del tipo de cambio real. En los últimos 11 meses el tipo de cambio real multilateral ha disminuido 9.6% y el tipo de cambio real bilateral 3.9%. Este último ya había caído 19.7% entre julio de 2006 y julio de 2011. La caída del tipo de cambio obviamente solo favorece el desarrollo de las actividades extractivas.

Cuando baj el tipo de cambio real se abaratan las importaciones que son casi todas de productos manufacturados. Este abaratamiento no solo agrava el escaso desarrollo industrial de la economía al favorecer la penetración de importaciones, también acrecienta la dependencia de la economía por bienes importados. En 1975, año que precede a la crisis del proceso de industrialización sustitutiva de importaciones, los bienes de capital representaban el 22.8% de la producción manufacturera. Este porcentaje subió durante el fujimorato hasta  31.8% en 1997 y a 44.3% en los años 2008-2011. El porcentaje de la importación de insumos respecto de la producción manufacturera también creció significativamente: de 33.6% en 1975, pasó a 38.9% en 1997 y a 68% en los años 2008-2011. Las importaciones de insumos y bienes de capital ahora superan al monto de la producción manufacturera. También aumenta de manera espectacular el porcentaje de las importaciones de bienes de consumo respecto a la producción agrícola: de 11.1% en 1975, pasó a 40.9% en 1997 y a 51.3% en 2008-2011.

Salarios reales estancados y agricultura atrasada

El otro requisito es la existencia de mercados internos dinámicos. La fuerte dependencia de importaciones que acabamos de describir constituye un escenario adverso al desarrollo de la agricultura y de la industria. Este escenario se agrava con la existencia de una PEA ocupada que en su inmensa mayoría percibe salarios miserables: el 74.5% de los ocupados se encuentran en empresas de «1 a 10 trabajadores» donde el ingreso promedio, en es de 705.6 soles mensuales. De otro lado, el actual salario real promedio representa el 27.7% de su valor real registrado en 1973-1975 y el 37.1% de su valor real de 1960. El sueldo real promedio del sector público está peor: equivale al 12.4% de su valor real de 1973-1975 y al 11.8% de su valor real de 1960. Esta es la razón por la cual el brazo administrativo del Estado sufre de desnutrición crónica de conocimientos y calificaciones.

¿Ollanta Humala sabrá que los que perciben estos salarios no pueden ser parte de un mercado interno dinámico que el desarrollo industrial requiere? Recuérdese que ha dejado que sus ministros posterguen el segundo tramo de aumento del salario mínimo. Este salario se introdujo en 1962 como instrumento de política de ingresos precisamente durante el proceso de industrialización por sustitución de importaciones.

Finalmente, se ha descuidado la agricultura. Participa solo con el 8.5% en la generación del PBI y con 30.7% del empleo, y su productividad representa solo el 28.9% de la productividad media. A pesar de su atraso, el aumento del empleo y de los ingresos que acompaña al crecimiento económico no genera presiones al alza de los precios de sus productos, porque estas se neutralizan con las importaciones. Por ello un prerrequisito para una rápida industrialización, es el crecimiento y desarrollo de la agricultura sobre la base de mejoras en su productividad.

A modo de conclusión

El actual estilo de crecimiento --que es anti industrialista--,  está acompañado por un aumento del empleo no calificado de la variedad que Kalecki llamaba de «picos y palas». El PBI per cápita y los salarios reales promedio crecieron durante el período de industrialización hasta alcanzar un máximo en los años 1973-1975, después siguieron una tendencia decreciente hasta el año 1993 (véase gráfico). Las exportaciones reales per cápita también siguieron un comportamiento parecido. Lo que ocurrió después revela que el estilo de crecimiento (pro exportador) se apoya en el estancamiento de los salarios y descuida, por lo tanto, el desarrollo de los mercados internos. Entre 1993 y 2009 las exportaciones y el PBI crecen a las tasas promedio anuales de 6.5% y 3.6%, respectivamente; mientras los salarios crecen a la tasa insignificante de 0.4% promedio anual.


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