Rescates bancarios perniciosos

 Por German Alarco Tosoni


Las autoridades de los países desarrollados persisten en una política equivocada de rescate de las instituciones financieras. Utilizan una expresión “Too big to fail” (demasiado grande para caer) que describe la situación de cualquier banco cuya quiebra tendría consecuencias sistémicas desastrosas sobre la economía.
 De esta forma, la única opción existente es la de apoyarlas con recursos públicos. El problema se suscita en la medida en que esos programas de apoyo impactan negativamente sobre las finanzas públicas, aumentando el déficit público, los niveles de endeudamiento del país o la ampliación de la oferta monetaria. Por el lado de lo microeconómico, no necesariamente la ayuda inicial es suficiente y es necesario recurrir a recursos complementarios. Asimismo, la laxitud con la que se enfrenta el problema agrava los problemas de gestión en los bancos y generan riesgo moral. Hay un nuevo populismo a favor de los bancos.

Los programas de apoyo a la banca son antiguos y partieron del principio de preservar los depósitos del público. Asimismo, la banca central tiene entre sus funciones atender, en última instancia, los problemas que se generen en el sistema de pagos. Hasta ahí no hay problema, ya que a lo largo del tiempo se apoyó a las bancos a través de líneas de crédito de diferentes plazos, cuando se evaluaba que el problema era superable. La mejor modalidad se observó con el rescate del sistema financiero Chileno entre 1975-1978, en que estas eran capitalizables. Si el banco no devolvía el principal e intereses, estas deudas se convertían en patrimonio. El Estado se hacía propietario parcial o totalmente del banco para después vender dicha participación a terceros.

Con el rescate a la banca mexicana en 1995 se inició un sistema pernicioso de compra de malos créditos. Este limpiaba los balances contables, al sustituir cuentas de dudosa cobranza por recursos frescos, pero exentaba de responsabilidad a la administración del banco. El resultado fue un rescate costoso que se hubiera resuelto con líneas de crédito capitalizables, la quiebra de algunos bancos y la devolución de los depósitos al público.

Afortunadamente en lo que va de este nuevo siglo no hemos visto problemas ni rescates de las instituciones financieras del Perú. Sin embargo, los niveles de crédito al consumo e hipotecarios han crecido mucho en los últimos años. A marzo del 2012 son S/. 49,304 millones, equivalentes al 32.7% del total de créditos del sistema financiero y más del 10% del PBI. En la nueva fase de la crisis internacional se podría afectar el nivel de empleo e ingresos de la población impactando negativamente sobre las posibilidades de pago de las familias. La morosidad bancaria podría ser mayor y se generarían problemas en las instituciones financieras nacionales. No repitamos errores. Hay que estar preparados con los mejores instrumentos posibles.

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