Mitología económica europea
Por Germán Alarco Tosoni
Tanto nuestro apreciado Premio Nobel de Literatura como el decano de la prensa nacional sesgan el análisis de la realidad económica europea. Ellos insisten que la crisis económica en esa región se debe al modelo de economía de bienestar que aplican. A partir de ese diagnóstico establecen que el único camino viable es el ajuste ortodoxo, reduciendo la protección social a la población, en especial de los trabajadores, ya que esta eleva los niveles de gasto público, endeudamiento, generan desincentivos a la inversión y producción. De esas premisas equivocadas, recomiendan para nuestro país, la vieja fórmula del neoliberalismo tradicional.
Estas personas parten de ignorar que existen diferentes vertientes de capitalismo: de Estado, oligárquico, de emprendedores y gerencial basado en grandes empresas, entre otros, que obtienen mejores o peores resultados con relación a las variables que se deseen analizar. No existe un ideal, ya que las reglas, instituciones, mercados y variables cambian para cada sociedad en concreto. Por otra parte, consideran una situación homogénea, omitiendo tanto las diferencias de tamaño, solvencia y productividad como de las variantes en los sistemas de protección social europeos.
Con la información estadística del FMI y la OCDE queda claro que antes de la detonación de la crisis en 2008 la magnitud de los déficits fiscales europeos fue mínima y decreciente. Entre 1996-2005 fue del 2.4% del PBI, 1.3% en 2006, 0.7% en 2007. Recién en 2008 se elevó al 2.1%, 6.4% en 2009, 6.2% en 2010 y 4.1% en 2011. A su vez, los niveles de endeudamiento eran decrecientes hasta 2007 con un promedio europeo del 66.4% del PBI y crecieron hasta el 88.1% en 2011. Se observan mayores niveles absolutos en Grecia, Italia y Bélgica, mientras que son menores en Luxemburgo, Finlandia, España y Países Bajos. Asimismo, es interesante anotar que al menos la mitad de estos déficits se explican por la menor recaudación a causa de la recesión generada por la crisis. Sólo como ejemplo, en España entre 2007 y 2010 el resultado de las finanzas públicas pasó de un superávit del 1.9 % del PBI a -9.3% del PBI, siendo que los ingresos públicos se redujeron en 5.5% con respecto al PBI. La otra parte de la explicación está en los programas de rescate al sistema financiero.
Los ortodoxos insisten en reducir la brecha fiscal y los niveles de endeudamiento a través de bajar el gasto interno y en especial de las áreas sociales. Europa estaría atrapada, si sigue con estas políticas, en una espiral recesiva. Asimismo, se deben reformular los programas de apoyo hacia los depositantes y no a los bancos. Los resultados electorales recientes de Francia y Alemania reflejan que no quieren abandonar la economía del bienestar. Han votado a favor de la gente y no de los grandes intereses de siempre.
Tanto nuestro apreciado Premio Nobel de Literatura como el decano de la prensa nacional sesgan el análisis de la realidad económica europea. Ellos insisten que la crisis económica en esa región se debe al modelo de economía de bienestar que aplican. A partir de ese diagnóstico establecen que el único camino viable es el ajuste ortodoxo, reduciendo la protección social a la población, en especial de los trabajadores, ya que esta eleva los niveles de gasto público, endeudamiento, generan desincentivos a la inversión y producción. De esas premisas equivocadas, recomiendan para nuestro país, la vieja fórmula del neoliberalismo tradicional.
Estas personas parten de ignorar que existen diferentes vertientes de capitalismo: de Estado, oligárquico, de emprendedores y gerencial basado en grandes empresas, entre otros, que obtienen mejores o peores resultados con relación a las variables que se deseen analizar. No existe un ideal, ya que las reglas, instituciones, mercados y variables cambian para cada sociedad en concreto. Por otra parte, consideran una situación homogénea, omitiendo tanto las diferencias de tamaño, solvencia y productividad como de las variantes en los sistemas de protección social europeos.
Con la información estadística del FMI y la OCDE queda claro que antes de la detonación de la crisis en 2008 la magnitud de los déficits fiscales europeos fue mínima y decreciente. Entre 1996-2005 fue del 2.4% del PBI, 1.3% en 2006, 0.7% en 2007. Recién en 2008 se elevó al 2.1%, 6.4% en 2009, 6.2% en 2010 y 4.1% en 2011. A su vez, los niveles de endeudamiento eran decrecientes hasta 2007 con un promedio europeo del 66.4% del PBI y crecieron hasta el 88.1% en 2011. Se observan mayores niveles absolutos en Grecia, Italia y Bélgica, mientras que son menores en Luxemburgo, Finlandia, España y Países Bajos. Asimismo, es interesante anotar que al menos la mitad de estos déficits se explican por la menor recaudación a causa de la recesión generada por la crisis. Sólo como ejemplo, en España entre 2007 y 2010 el resultado de las finanzas públicas pasó de un superávit del 1.9 % del PBI a -9.3% del PBI, siendo que los ingresos públicos se redujeron en 5.5% con respecto al PBI. La otra parte de la explicación está en los programas de rescate al sistema financiero.
Los ortodoxos insisten en reducir la brecha fiscal y los niveles de endeudamiento a través de bajar el gasto interno y en especial de las áreas sociales. Europa estaría atrapada, si sigue con estas políticas, en una espiral recesiva. Asimismo, se deben reformular los programas de apoyo hacia los depositantes y no a los bancos. Los resultados electorales recientes de Francia y Alemania reflejan que no quieren abandonar la economía del bienestar. Han votado a favor de la gente y no de los grandes intereses de siempre.
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