El G20: más de lo mismo

 Por Carlos Alonso Bedoya


Esta semana tuvimos una nueva cumbre del grupo de las veinte economías más poderosas del mundo, conocido como G20. La cita se dio en Los Cabos, México y el resultado tal cual fue en Cannes, Corea del Sur y otras ciudades donde se juntan año a año desde la quiebra de Lehman Brothers, fue el mismo: ni pena, ni gloria.
 Es que si alguien espera que en este foro se resuelva el despelote financiero, económico y social del globo, puede ir tomando asiento. Para empezar este no es el espacio más adecuado para tremenda tarea, pues si bien participan, además de los clásicos países ricos (Estados Unidos, Reino Unido, Japón, Canadá, Italia, Francia y Alemania - hoy altamente endeudados y sin perspectiva de crecimiento económico a la vista), México, Brasil y Argentina por la región, y otros países emergentes como India, China, Indonesia y Sudáfrica debido a la falta de legitimidad del otrora todo poderoso G7; la ruta más institucional sería la propia Naciones Unidas.

El G20 lejos de reconocer que la crisis es culpa de la irresponsabilidad y ambición de los grandes bancos, entiende que el tema es netamente fiscal, es decir que la culpa de todo la tienen la Educación, la salud y la seguridad social de los europeos y otras poblaciones del norte. Es por eso que las soluciones se centran en recortes presupuestales y represión salarial. Y por eso que la agenda del G20 ha ido variando dramáticamente en ese rumbo.

Atrás quedaron las declaraciones contra los paraísos fiscales y la especulación financiera con derivados y toda clase de instrumentos que los “genios” de las finanzas inventaron para sacar de cualquier cosa grandes ganancias. En las primeras reuniones de Washington y Londres en 2008 y 2009 respectivamente, parecía que el G20 estaba dispuesto a poner fin a la ruleta financiera con una fuerte regulación y combatir a los grandes evasores tributarios.

Luego la cosa se fue entibiando hasta llegar al ajuste presupues-tal, dejando de lado la regulación financiera. Y hoy eso ha degene-rado hasta anunciar grandes reformas estructurales como la flexibilización laboral.

¿Y los grandes evasores? ¿Los que mueven miles de millones con triangulación, doble factura-ción, manipulación de precios de transferencias? ¿Los bancos que se prestan su propia plata depositada en paraísos fiscales para prestarla a su vez en los países donde operan y no pagar impuestos (round tripping)? ¿Los fondos de inversiones que timbean en los mercados alimentarios haciendo elevar los precios? Pasan piola.

La declaración final del G20 en Los Cabos se regocija en el Pacto Fiscal de Europa, bendiciendo el hambre que va a pasar mucha de su población para pagar la fiesta de los hombres de finanzas que se hicieron más ricos, escondie-ron sus ganancias y encima fue-ron rescatados.

La crisis global se origina precisamente en el neoliberalismo del “mercado se regula solo”. Y ahora pretenden curarla con más neoliberalismo. El FMI aparece con su vieja receta de ajuste, pero esta vez para Europa. Todo lo cual es directamente proporcional a los intereses que se esconden detrás de las figuras políticas del G20, que se reúnen un par días al año a pontificar.

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