El continuismo laboral del actual gobierno

Por  FÉLIX JIMÉNEZ
 
 
«Los salarios del  trabajo son un estimulante de la actividad productiva»
Adam Smith
El 1 de mayo escuché el discurso del presidente. Era su primer primero de mayo y quería saber que les decía a los trabajadores que lo llevaron al poder. Esperé escuchar un deslinde con las políticas neoliberales que desregularon el mercado laboral, pero mis expectativas se frustraron. Ollanta Humala no habló del papel del salario, de los derechos laborales y de las políticas de empleo que se incorporan en la estrategia de desarrollo de La Gran Transformación.
¿Apuesta por el continuismo o por la Hoja de Ruta?
El presidente ofreció que al término de su gobierno no habrán niños trabajando, pero no habló sobre el necesario fortalecimiento de las inspecciones de trabajo. ¿En cuántas empresas agroexportadoras hay niños trabajando? ¿Se les paga el salario mínimo? ¿Cuántas empresas ofrecen condiciones seguras de trabajo? ¿Qué empresas eluden el pago de beneficios sociales y de prestaciones en materia de seguridad social? ¿Se respeta el pago de horas extras? , ¿En qué condiciones trabajan los inspectores? Su gobierno tendría que difundir esta información de manera regular, para que sea creíble su ofrecimiento de erradicar el trabajo infantil.
No era necesario imaginar ni anunciar ejes de trabajo sobre dicha erradicación y otros temas laborales. Bastaba con pedirle a su ministro que ponga en vigor los convenios de la OIT sobre la proscripción de toda discriminación, incluida la salarial (No. 111), sobre la prohibición de las peores formas de trabajo infantil y la acción inmediata para su eliminación (No. 182), sobre la seguridad y salud en el trabajo (No. 187) y sobre la obligación de las empresas de construir estándares de seguridad en el trabajo (No. 185).
El presidente cree que los proyectos de infraestructura básica, el programa Jóvenes a la Obra y otros programas similares, son los mecanismos adecuados de inserción en el mercado laboral. Esto es puro continuismo. No sabe que en Perú el problema es básicamente de subempleo. La mano de obra no calificada que ejecuta los proyectos de infraestructura básica engrosa solo las filas de los subempleados por ingreso o por productividad. El programa de becas tampoco resuelve este problema. Que su ministro le informe si todos los egresados de las universidades encuentran trabajo, si el período de búsqueda de trabajo se ha reducido o ha aumentado y si los que encuentran trabajo lo hacen con todos los beneficios y prestaciones sociales.
Todos esos programas solo morigeran la falta de oportunidades de trabajo con ingresos dignos. Para resolver este problema tiene que cambiar el estilo de crecimiento de la economía. Hay que pasar de la especialización primario exportadora, a la diversificación productiva (con el desarrollo del agro, de la agro-industria, de la manufactura). Y, este proceso de transformación debe acompañarse con políticas de empleo de calidad y el restablecimiento pleno de los derechos laborales, como se señala en la Hoja de Ruta. Estas políticas son: a) Pleno funcionamiento del Consejo Nacional de Trabajo; b) Fiscalización efectiva del respeto a los derechos laborales y de las condiciones de salubridad y seguridad del trabajo, aumentando significativamente el número de inspectores de trabajo; c) Asegurar el respeto efectivo de los derechos laborales (libre sindicalización y negociación colectiva vinculándola a los aumentos de la productividad); d) Programas de incentivos a la formalización de las MYPES consistentes en el aseguramiento de los trabajadores de todas aquellas empresas que se formalicen y, al mismo tiempo, se comprometen a cumplir con sus obligaciones tributarias y con estándares laborales básicos; y, e) Implementar sistemas de capacitación de acuerdo a la demanda, para facilitar el empleo de la oferta laboral subempleada y desempleada.
Sobre el segundo tramo de aumento del salario mínimo
En la Hoja de Ruta se propuso aumentar el salario mínimo a 750 soles y basar los futuros aumentos en la evolución de la productividad y del costo de la canasta de consumo. Pero el presidente cedió ante la presión neoliberal y aceptó el aumento en dos tramos.  El primero lo anunció el 28 de julio. Ahora nos ha dicho que ha instruido a su ministro de trabajo «para que inicie el procedimiento de aprobación del segundo tramo de incremento de 675 a 750 soles». Con este circunloquio evitó reconocer que su principal opositor es el propio ministro de trabajo, José Villena, quien, en el mes de marzo dijo que dicho aumento afectaría la rentabilidad de las medianas y pequeñas empresas de «forma trascendente».
Debo decir, sin embargo, que todos sus opositores no tienen sustento técnico-económico alguno. Los neoliberales no pueden imaginar cómo hacerle espacio en la estructura de costos de las MYPES al segundo aumento del salario mínimo. Saben que el costo del crédito bancario de estas empresas se sitúa en promedio en cerca del 30%, pero son incapaces de imaginar cómo disminuir este costo.
A modo de conclusión
Me temo que el segundo aumento se efectivice después de un nuevo quid pro quo acordado con Ollanta Humala. Recordemos que Julio Velarde, antes de ser ratificado como presidente del Banco Central,  afirmó que aumentar el salario mínimo es «decirles (a las empresas) vete a otro país». También arremetió contra el impuesto a las sobreganancias mineras. Esto fue el 11 de julio, pero el domingo 17 Ollanta Humala anunció que conversó y acordó con él «su continuidad al frente del Banco Central».

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