Bolivia nacionaliza y le va bien

 Por Carlos Alonso Bedoya


A los que creen que un gobierno que se hace respetar frente al capital extranjero no tiene ninguna chance de competir en una economía de mercado, les debe caer muy mal la noticia de que le acaban de subir la calificación de riesgo a Bolivia
.Aquellos que abrazan el dogma neoliberal de los TLC, la flexibilización laboral y la subsidiariedad estatal como única condición para el crecimiento económico, deben rascarse la cabeza hasta hacerse herida al ver que a quien hace todo lo contrario le suben la nota.

No ha pasado ni un mes desde la última nacionalización Boliviana y sin embargo, la agencia Standars and Poor´s, la misma que le ha dado el grado de inversión al Perú, ha subido la calificación de nuestro vecino altiplánico de B+ a BB-, mejorando sus condiciones para conseguir financiamiento.

¿Cuál ha sido el argumento de la conocida agencia?: que Bolivia ha logrado disminuir el saldo de su deuda pública en términos del PIB a consecuencia del menor déficit fiscal obtenido por la política económica de Evo Morales.

Además, S&P reconoce que la economía Boliviana ha tenido un alto crecimiento y una fuerte acumulación de reservas internacionales, fruto de años de superávit en cuenta corriente.

Lo que equivale a decir que el promedio de la balanza comercial, de servicios y de rentas del otrora Alto Perú es positiva. O sea que Evo maneja eficazmente su comercio internacional y controla bien la transferencia de capitales.

Bolivia, al mismo tiempo que ha garantizado derechos universales, como el de las pensiones no contributivas a toda su población adulta mayor, ha conseguido ahorrar y tener sus cuentas en azul, demostrando que es posible atender los derechos sociales y al mismo tiempo tener una política económica ordenada.

S&P destaca también que Bolivia tiene una importante protección contra potenciales shocks económicos externos; fortaleza que en tiempos de crisis global es fundamental. Asimismo, resalta el menor nivel de dolarización de Bolivia en términos de créditos bancarios y de depósitos, lo que los expone menos a los vaivenes de la aún moneda de reserva mundial, y les permite mejorar la efectividad de la política monetaria.

Lo que pasa es que el gobierno de Evo ha tenido la valentía de salirse, y con éxito, del esquema económico en el que el ministerio de Economía es un cajero desalmado.

No se dejó meter miedo ni siquiera desde el primer día de gobierno y él, al igual que Ollanta, tampoco es economista.

Evo prefiere tener un poquito de déficit fiscal y gastar en su gente, que obtener el bendito superávit primario que fascina a Castilla y sus predecesores.

Pero Bolivia, al igual que el Perú, depende de los precios internacionales de las materias primas que exporta. Y ambos necesitan cambiar su estilo de crecimiento para hacer su economía más sostenible, generar valor agre-gado y por tanto empleos de calidad. La gran diferencia es que Morales ha empezado el gran reto de la transformación. No se dejó acorralar por “los expertos”, ni abandonó la propuesta de cambio en la campaña electoral.

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