La prevención como política

Por Kurt Burneo

A partir de una serie de pronósticos sobre desastres naturales, se observa en la actualidad, por parte de las instituciones involucradas, la realización de una serie de iniciativas en el ámbito de la prevención, lo cual está muy bien, porque siempre será mucho más eficiente y económico invertir en prevención; esta idea de la prevención también se ha trasladado al ámbito macroeconómico a través de las llamadas políticas macroprudenciales, tanto por el lado fiscal como en el monetario, buscando con ellas asegurar la sostenibilidad del crecimiento con cumplimiento de la meta de inflación anunciada. ¿Pero son solo las medidas macroprudenciales condiciones necesarias y suficientes para seguir creciendo con tasas de crecimiento de precios preanunciadas? Sostengo que hay otros condicionantes que deberíamos considerar también, sobre todo a partir de recientes comentarios contenidos en varios reportes de bancos de inversión relacionados al futuro clima social del país. En esta nota intentaré tratar estos asuntos.

Qué duda cabe que en el exterior la economía peruana es vista con mucha expectativa, sobre todo a partir de un sostenido crecimiento de la riqueza medida a través del PBI, proceso que lleva más de 10 años ininterrumpidos, también esta mejor expectativa está asociada con la existencia de mayores y mejores oportunidades de inversión en el país, todo está muy bien, no obstante, ahora hay algunas voces en el exterior que empiezan a reparar en las capacidades de gestión del Gobierno peruano para gerenciar adecuadamente los conflictos sociales y sobre esto último necesitamos actuar precautoriamente, dado que lograr reducir la desigualdad en la distribución del ingreso en términos sustantivos implica magnitudes de tiempo que no necesariamente calzan con las proyecciones temporales de diversos grupos sociales en el país con una serie de demandas reivindicativas asociadas la mayor parte de ellas a una mayor inclusión social.

Como sabemos, desde hace siete años en el Perú se viene desarrollando un proceso de descentralización que implica transferencia de competencias y recursos para los gobiernos subnacionales, el problema es que al no tener una adecuada capacidad de gestión de los recursos, limitación que se expresa en la identificación, formulación y seguimiento de ejecución de proyectos de inversión, con estructuras organizacionales internas obsoletas o inexistentes en la práctica, originan que estas transferencias en los hechos es como si no existieran, originando una explicable actitud de reclamo respecto al procuramiento de servicios básicos a los ciudadanos; de allí a un contexto de efervescencia social hay solo un paso. Y si a eso le sumamos el marcado contraste con concentraciones de modernidad solo en determinadas ciudades, no es difícil imaginar la impaciencia de las poblaciones no incluidas sustantivamente en el contexto de prosperidad que las estadísticas macroeconómicas ahora muestran. No perdamos de vista además que en la calificación del riesgo-país, aspectos relacionados a la gobernabilidad y contexto social son también tenidos en cuenta.

En suma, de la misma manera como con acierto en el país se vienen adoptando políticas macroprudenciales en la perspectiva de escenarios de estrés fiscal y monetario, será también útil a través de mecanismos efectivos (esquemas de beneficios y penalidades, por ejemplo) mejorar la capacidad de gestión económica y financiera de los gobiernos subnacionales, en el sentido de que el brazo ejecutor de proyectos de inversión funcione con eficacia y eficiencia.

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