¿El MEF está en buenas manos?

 Por Carlos Alonso Bedoya.


Hace unos días, el programa Habla el Pueblo de RBC televisión planteó a su audiencia la pregunta que lleva como título esta columna. Hubo muchas llamadas de los televidentes, algunas en apoyo a la gestión del ministro Castilla, y otras completamente en contra. Las primeras caían en el sitio común del crecimiento económico y el alto nivel de las reservas internacionales. Las segundas en cambio, se referían al bajo ingreso de las familias y al poder del gran capital para hacer lo que le venga en gana en el país.
 Cuando me hicieron la pregunta, contesté que todo depende. Si se trata de mantener el modelo económico neoliberal, el MEF está en buenas manos. Castilla no es más que la continuación de Carranza, Zavala, Araoz o el profesor de todos: PPK.

Lo curioso es que la mayoría de personas que votó por Ollanta expresaban más bien la insatisfacción a ese modelo de crecimiento, porque se puede seguir creciendo sin generar empleo adecuado, ni mejorar el ingreso de las familias, y vivir con burbujas de ingresos financieros con la plata de los bancos que a la larga nos harán una sociedad endeudada.

Castilla, al igual que sus predecesores, opera para que el estado peruano continúe fuera de la actividad económica. Ni siquiera que participe en las estratégicas como el gas, los puertos, la electricidad, etc. Al mismo tiempo, atraer inversión extranjera utilizando para ello la entrega de la propiedad de nuestros recursos naturales, la represión salarial a los trabajadores y la flexibilidad tributaria como carnada. Para hacer eso, no interesa crear dinámica productiva, la misma que es la única que puede hacer que el Perú deje de ser un país de misios, y que estaba en el corazón de la propuesta económica de la gran transformación que lideró Félix Jiménez.

El rentismo de la mayor parte de nuestros grandes empresarios nos corroe, tal como las necesidades insatisfechas de millones de ciudadanos.

Pero Castilla, a diferencia de sus predecesores, ha adquirido un mayor peso político dentro del gobierno. Esa influencia que lo ha llevado a colocar a otros ministros como Villena en Trabajo, es directamente proporcional con la inseguridad y desconfianza que desarrolló Ollanta en su equipo económico original.

Abrazando el parámetro económico neoliberal como podemos ver claramente ahora, nuestro presidente sintió que la propuesta de acumulación de capital nacional que le traía Jiménez y compañía no le iba a garantizar el crecimiento del PBI. Por eso, ha terminado siendo preso de Castilla, quien avanza más en sus posiciones cada día como profundizar el proceso de concesiones, dilatar la Ley General de Trabajo y el aumento del salario mínimo, boicotear la reforma salarial y pensionaria de las FFAA, y un largo etc. Todo se consulta al MEF, quien a estas alturas se convierte en la última palabra del gobierno.

En todo esto hay una falacia. Han hecho creer a la población y al presidente que cambiar el modelo económico es patear las políticas fiscales y monetarias que dan estabilidad a nuestra economía. Nada que ver. Y además, esas políticas que marcaron la senda del crecimiento fueron implementadas en el 2002, precisamente Oscar Dancourt en el BCR, e impulsadas por Jiménez en el MEF del gobierno de Toledo, los mismos técnicos despedidos ahora por Humala. Es que nadie sabe para quien trabaja.

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