Algunos problemas de Pension-65


 Carlos Alonso Bedoya


Esta semana, el grupo de organizaciones que impulsan desde hace años las pensiones no contributivas, tuvieron una reunión en el Congreso de la República para evaluar los avances y retrocesos de su propuesta que busca proteger a todos los mayores de 65 años, que a pesar de haber trabajado a lo largo de su vida, hoy no tienen una pensión de vejez, sea porque no tuvieron acceso al sistema de aportes previsionales o porque éstos no alcanzaron.
 El anfitrión fue el congresista Urquizo, también ministro de la Producción, y quien fuera el promotor del proyecto de ley 4213 junto a la bancada nacionalista, que establecía las pensiones no contributivas como parte del sistema pensionario nacional, que incluso fue aprobado por la comisión de seguridad social en su momento, pero no llegó a ver la luz durante el periodo anterior.

Así, Anamper, Help Age, la OIT, Proceso Social, entre otras organizaciones compartieron una mesa de discusión a lo largo de dos horas con el despacho congresal de Urquizo, una representante de la Defensoría del Pueblo y la directora de la Dirección de Adultos Mayores del ministerio de la Mujer, quedando claro que al igual que el programa Gratitud de Alan García, el programa Pensión 65, o mejor dicho P 65, porque de pensión no tiene nada solo el nombre, constituye apenas un escalón en la larga escalera para llegar a un sistema pensionario universal, decente y solidario.

Sin embargo, se dijeron algunas cosas en esa reunión sobre P-65 que vale la pena que se conozcan. A lo mejor los amigos del ministerio de Economía y Finanzas (MEF) -que al final son los que tienen la última palabra en todo- se animan y las resuelven:

1. P-65 solo incluye a los adultos mayores que estén en extrema pobreza, pero que además vivan en distritos donde más del 50 por ciento de la población se encuentre en esa condición. Si un anciano pobre extremo tiene la desgracia de vivir en un distrito calificado como no pobre, no recibirá nada.

2. Es injusto que se excluya además, a los ancianos pobres extremos que pudieron construir a lo largo de su vida una casita en la falda del cerro. A lo mejor los amigos del MEF no entienden que los ladrillos no dan de comer ni compran medicinas.

3. También es inhumano que un adulto mayor en extrema pobreza que es ayudado por las mujeres de los comedores populares, sea excluido de P-65, porque el decreto supremo que lo crea dice bien claro, que los 125 soles, solo son para los ancianos que no sean beneficiarios de ningún otro programa social. O sea si quiere ser beneficiario de P-65tiene que dejar el comedor. Esto parece un chiste de humor negro.

4. En esa misma línea, se produce otra crueldad. El programa Juntos está dirigido a que los niños en extrema pobreza puedan ir al colegio y a sus controles en las postas médicas, condicionando la entrega de 100 soles a sus padres a esos fines. Pero qué pasa cuando el abuelo es el que vive con el niño por la ausencia de los padres. Ese abuelo que está también en extrema pobreza es excluido de P-65, como si los 100 soles de Juntos fueran para él.

Todas estas cosas me dan la sensación de que el frío MEF, que vive obsesionado con la estabilidad de la caja fiscal como un fin en sí mismo más que como un medio para el desarrollo, ha hecho todo lo posible para que queden excluidos la mayor cantidad de ancianos posibles.

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