¿Equidad y eficiencia?


Germán Alarco Tosoni



Los neoliberales sostienen que la mejora de la equidad, léase en la distribución del ingreso, es mala para la eficiencia económica. En su lógica, cuando se redistribuye, a través de impuestos, ingresos de los ricos a los pobres se generan desincentivos al trabajo, la producción y el ahorro. También hay mayores costos para la Sociedad por la intermediación estatal. Se trata de una conclusión perfecta a los intereses en defensa del statu quo asociada a un conjunto de supuestos cuestionables. Para ellos, la única preocupación, aunque no general, es la reducción de la pobreza sin importar la magnitud de las desigualdades.

Los supuestos para obtener estas conclusiones de la teoría estándar son diversos. En primer lugar, el nivel de actividad económica está determinado por factores de la oferta: disponibilidad de mano de obra y de capital. Una modificación de la demanda, por el mayor consumo público o privado a propósito de la redistribución del ingreso no tiene impacto sobre la producción. La oferta de mano de obra depende de los salarios e ingresos, olvidándose que cuando estos últimos caen la oferta de trabajo aumenta y no disminuye como dice el libro de texto. La teoría no funciona en una sociedad de bajos ingresos donde los precios relativos y efectos sustitución son poco relevantes. El enfoque está construido para que la intervención estatal sea inútil.

No sólo para los Keynesianos y los Postkeynesianos estos supuestos y resultados son equivocados. La redistribución del ingreso de ricos a pobres eleva la propensión media a consumir, la demanda y el producto. Luego se alientan las decisiones de inversión en un círculo virtuoso con el PBI. Existe evidencia empírica de que elevadas inequidades conducen a tensiones grupales que pueden llegar a la guerra civil que genera caídas dramáticas en los ingresos. Asimismo, de acuerdo al Banco mundial, países con elevados niveles de confianza y cohesión social registraron mayores crecimientos en el PBI. El desconocer el potencial de los inmigrantes explicó 174 billones de dólares de menores ingresos en Canadá (Club de Madrid, 2012).

Cuando los gobiernos invierten en todos los miembros de la sociedad y reducen las inequidades se promueve un mejor ambiente económico. Asimismo, los ciudadanos tienen un mayor sentido de pertenencia y estarán más dispuestos a apoyar el bien común promoviendo la estabilidad. Esta última es buena para todos. Ahora hay tres temas en discusión: ajuste del salario mínimo, límite a la propiedad de la tierra y la evaluación ex ante de las fusiones y concentraciones. Las tres contribuyen a la equidad y ninguna afecta la eficiencia. Hay que defenderlas.

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