La farsa –estadística– continúa

 Por Farid Matuk

El pasado lunes, el INEI publicó el llamado PBI mensual correspondiente  a agosto 2011, el cual será visto como el primer mes de gestión del presidente Humala. La cifra oficial –y fabulosa– es de 7%, lo cual coloca al Perú como un paraíso, en un mundo en el que las potencias económicas están al borde de una segunda recesión sin haberse recuperado de la recesión del 2008.
En el gobierno previo, la presidencia de la República constantemente hacía alarde del crecimiento económico y cómo el Perú siempre estaba entre los países que más crecían a nivel internacional. Para este propósito el INEI se convirtió en un centro de adulteración en el cual se alternaron cuatro titulares en cinco años de gobierno.
Pero esta adulteración sistemática de cifras, las cuales proveían de una vana gloria al Ejecutivo, fueron confrontadas con la realidad electoral de este año. En síntesis, solo uno de todos los candidatos señalaba que no existía tal crecimiento y por consiguiente tampoco el bienestar producido por la reducción de la pobreza en 14 puntos entre el 2006 y el 2011.
El problema práctico que todo gobierno enfrenta con el Instituto de Estadística es la naturaleza agorera de la misma. Cuando hay buenas noticias en Educación, Empleo, Precios, Salud, etc., se tiene a los ministros de Educación, Trabajo, Economía, Salud, etc., en los medios de comunicación anunciando estos hechos, pero cuando las noticias son malas es el Instituto de Estadística el que las anuncia.
Una alternativa es la aplicada por el gobierno anterior, en el que las malas noticias desaparecieron, todo era éxito y felicidad; pero esta realidad artificial desapareció en el contexto electoral y dio pie a que el único candidato que repudiaba esta realidad artificial fuese finalmente el ganador de la contienda electoral, derrotando a quienes respaldaban el “modelo”.
Otra alternativa es que el INEI se constituya en una oficina de mediciones sociales y económicas donde el resultado no es de su incumbencia; de igual manera, que el Senamhi no es responsable de las sequías y las inundaciones, y tampoco el Instituto Geofísico del Perú es responsable de los temblores y terremotos.
En este contexto tenemos que durante la gestión presidencial anterior el INEI procedió a sobreestimar sistemáticamente el crecimiento del PBI y a subestimar su contracción, como se observa en el gráfico adjunto. Por ejemplo, en el punto más bajo de la recesión, el valor oficial fue de 0.8%, mientras que en realidad el valor fue negativo, alcanzando -2.9%, es decir, una diferencia de prácticamente 4 puntos.
Al presente tenemos que mientras la medición oficial nos habla de un PBI anualizado de 8%, la realidad es que tenemos 6% y con tendencia a la baja. Y esta baja continuará en mayor o menor grado hasta mayo del próximo año, cuando la economía peruana empezará a recobrar su tasa de crecimiento.
El partido Gana Perú, de cara a la segunda vuelta, publicó su Hoja de Ruta, en la cual en la página 5 decía “Autonomía y fortalecimiento del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI)”. Para el logro de esta autonomía es necesario que el INEI solo sea responsable ante el presidente de la República, ya que su tarea fundamental es informar las malas noticias pues –como se señaló antes– de las buenas noticias se encargan los ministros.
Para el fortalecimiento del INEI resulta necesario reforzar su presencia nacional, la cual al 2006 era en las 195 provincias del Perú y que fueron desmanteladas en la gestión presidencial anterior. Junto a lo anterior se hace necesario dotar al INEI de una infraestructura física propia que reemplace los inmuebles heredados del quebrado Banco Popular del Perú.
Lamentablemente, al día de hoy, ningún cambio ha sido institucionalizado y, más bien, la farsa instaurada desde el 2006 continúa vigente.

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