Humala: ¿quién define la "inclusión social"?


Por Rubén Ramos


En reciente documento publicado por la Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España en Washington D.C. (Julio 2011), a propósito de la “nueva era” que se abre con la elección de Ollanta Humala en el Perú, esta Oficina expone las principales “oportunidades de negocio” que se les presentan a los inversores del reyno español, gracias a los préstamos que el GBM (Grupo del Banco Mundial) y el BID, tienen comprometidos con el Perú hasta el 2015, y en el futuro mediato.
Las oportunidades están básicamente referidas a contratos públicos de Asistencia Técnica (AT) y de Bienes y Servicios, que el BM y el BID viene financiando en el Perú desde el 2006, con cargo a nuestra deuda externa, y de cuya administración y “contabilidad” ha venido encargándose el Ministerio de Economía a través de sus funcionarios impuestos por el propio Banco Mundial.
Demás está recordar, que las “oportunidades de negocio” dentro de la “nueva era”, que se inaugura este 28 de Julio en el Perú, siguen la misma lógica de siempre: las IFI (instituciones financieras del orden mundial capitalista), prestan a los países pobres, con cargo a que estos aseguren que los beneficiarios de los contratos de inversión y de la venta de bienes y servicios, sean los países “no prestatarios” de Europa, Asia y EEUU.
He aquí, la perversidad del mito de que todos nos debemos a la economía mundial y a su estabilidad.. Lo que en 1944, EEUU impuso al mundo como “Banco internacional de reconstrucción y fomento”, para encargarse de financiar la “reconstrucción” de los países de Europa, después de la II Guerra Mundial, hoy se llama Banco Mundial. Ahora los responsables de asegurar el crecimiento económico de esos países, son todos los países pobres de la tierra, a través de sus deudas externas contraídas con esa institución o con las que forman parte de su grupo (la AIF-Asociación Internacional de Fomento-, la IFC-Corporación Financiera Internacional-, el MIGA-Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones-, el CIADI- Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones-), o con la AID, el BID, o la USAID.
La historia reciente
El marco que define el programa de “colaboración” entre el Grupo Banco Mundial y el Gobierno de Perú es la denominada “ Estrategia de Alianza con el País” (EAP). Dentro de este marco, en el 2006, el equipo técnico del Banco impuso al gobierno del recién elegido Alan García, lo que serían las prioridades de financiamiento para garantizar el “crecimiento” sostenido del Perú en beneficio del capital extranjero. Una vez, “coordinada”, la estrategia fue aprobada por la Junta de Directores del Banco para el período 2007-2011, coincidiendo con el mandato de Alan García.
Para el nuevo período gubernamental, que se inaugura este 28 de julio, el BM ya tiene definidas las políticas que deberá implementar el nuevo gobierno. Estas están contenidas en el libro Perú en el umbral de una nueva era: lecciones y desafíos para consolidar el crecimiento económico y un desarrollo más incluyente, y en el documento sobre “Notas de Políticas”. El libro fija “las políticas preparadas por funcionarios del BM, para que el gobierno entrante y la sociedad peruana las aprovechen”, según expresa en el Prefacio, Felipe Jaramillo, ex-director del BM para la región andina y actual director para Centro América. Las Notas de Política, elaboradas igualmente por el BM, establece “los 37 principales desafíos que el Perú deberá afrontar para acercarse a esa visión de un país con un desarrollo más incluyente, en el que todos los peruanos tengan acceso a las oportunidades básicas para crecer y desarrollarse plenamente”. El BM viene operando con esta nueva modalidad de las “Notas” desde hace más de diez años. Lo hace para todos aquellos países que adhieren al modelo económico impuesto por el Fondo Monetario Internacional, la institución gemela del BM en la custodia de los intereses norteamericanos en la región. Los gobiernos de Colombia, México, República Dominicana, son un claro ejemplo.
El “nuevo paquete” de Notas de Políticas para el Perú, (como el propio Banco lo define), propone la necesidad de continuar con un proceso de desarrollo basado en el modelo actual con crecimiento alto y sostenido que se ha venido implementando en el en los últimos veinte años. Para lograrlo, dicen sus epígonos, “el país necesita mantener la estabilidad macroeconómica, como condición para crecer a tasas altas y sostenidas, y concentrar esfuerzos en avanzar reformas en tres áreas críticas: (i) el mejoramiento de las habilidades del capital humano; (ii) la expansión de la infraestructura o capital físico; y (iii) el fortalecimiento de la gobernabilidad para mejorar la rendición de cuentas, los servicios públicos, y aumentar la confianza de la ciudadanía en el Estado”. Es decir, hacer más de lo mismo para que nada cambie, y la “inclusión social”, se quede en el umbral de la nueva era.
La historia del BM y en general de todos los agentes financieros del orden económico imperial, no es otra que la del fortalecimiento de un crecimiento económico para favorecer la exclusión de los más pobres hasta el grado de lo que hoy enfrentan en Somalia. No importa cuanto se “conmueva” el presidente de esa institución, ni que diga que “aparte del socorro, el Banco viene trabajando en la búsqueda de soluciones estables que afronten la incidencia conjunta del cambio climático, la pobreza y la inseguridad alimentaria”. Esto es parte del discurso cínico con que este mismo organismo instrumenta la desaparición de 500 millones de habitantes del planeta para el 2015 y de tres mil millones para el 2050. Por eso, su preocupación “en la búsqueda de soluciones”.
Humala, el Presidente peruano, ha expresado la voluntad de su gobierno por el “crecimiento económico con inclusión social”. Esto implica no “buscar soluciones”, sino aplicar las que aseguren una efectiva redistribución del ingreso, antes que el “socorro” de la ayuda inmediata de los programas asistencialistas para extender la agonía de la pobreza en el Perú. No nos llamemos más al engaño. La “nueva era” no puede ser una edición más de las que inaugura la CIA, la Trilateral, el Club de Bilderberg, o el CFR cada vez que hay una nueva elección; que financian las IFI y asisten la OMS, la UNESCO, UNICEF, la OCDE, la OEA o la OEI, bajo la cobija de la ONU para aparecer como organismos “democráticos”.
La “nueva era”, impone el cambio de la Estrategia de Alianza con el País (EAP) que ha venido imponiendo el BM. El eufemismo de “país de ingreso medio de rápido desarrollo” según la clasificación elaborada por este banco, debe dar paso a lo que realmente somos: un país con una distribución de ingreso escandalosamente desigual; de rápido crecimiento en base a recursos perecederos que no aseguran desarrollo alguno, y nos hacen vulnerables a los mecanismos de precios internacionales. Lo que reste de los US$ 2.688,39 millones comprometidos por el BM y lo de otras instituciones financieras, deben ser revisados en función de la prioridad de la inclusión social antes que en beneficio de los “negocios” europeos, chinos, japoneses o norteamericanos.

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