La delgada línea de la pobreza

 Por Humberto Campodonico



De acuerdo a la última Encuesta Nacional de Hogares del INEI, se considera que, en promedio para todo el Perú, una persona es pobre si gana menos de S/.257 mensuales. Y son considerados pobres extremos los que ganan menos de S/.144 mensuales. O sea que por encima de 258 soles, la persona ya no es pobre y por encima de 145 soles ya no es pobre extremo.
Una persona es pobre extrema si no tiene ingresos para acceder a una canasta básica de alimentos que le permita consumir 2.100 a 2.300 kilocalorías por día (esa es la canasta que cuesta 144 soles). Y es considerada pobre si es que puede cubrir la canasta básica, pero no una canasta básica no alimentaria –que comprende otros bienes y servicios relacionados con la vivienda, vestido, educación, entre otros (todo eso cuesta 257 soles).


Cuando estos mismos datos se aprecian como ingresos familiares, entonces llegamos a la Canasta Básica Familiar (CBF). Así, en 1991 la CBF para Lima Metropolitana era de S/.51/mes, la misma que fue aumentando hasta llegar a S/.1,179/mes en el 2006 y a S/. 1,292/mes en el 2009 (todos los datos provienen del INEI).
¿Cuál ha sido la relación de la CBF con la Remuneración Mínima Vital (RMV)? Pues que se ha ido deteriorando, porque la RMV cubre ahora una cantidad más pequeña. En efecto la RMV de 38 soles cubría el 74% de la CBF en 1991 y en el 2009 solo cubre el 46% (ver cuadro).
No solo eso. En 1991 la RMV permitía cubrir el 74% de la CBF para un hogar de 6 miembros. En el 2009, con el salario mínimo de S/. 600/mes solo se cubre el 46%, no obstante que el número de miembros del hogar ha bajado a 4,1 miembros por hogar, debido a los cambios demográficos en el periodo.
Vistos desde este ángulo, los datos sobre la pobreza y la pobreza extrema pueden y deben merecer una relectura, por varias razones. Primero, porque la reducción de la pobreza –medida por la Encuesta Nacional de Hogares del 2009– al 34% y la extrema pobreza al 11,5% corresponden a promedios nacionales, que no nos dejan ver que la pobreza en la sierra rural duplica al promedio.
Segundo, porque la desigualdad en la distribución del ingreso (1) se ha mantenido en estos años de crecimiento. Así, dice también el INEI que la desigualdad urbana fue 0,448 en el 2004 y de 0,434 en el 2009. Casi no se movió. Y la desigualdad rural fue 0,404 en el 2004 y de 0,409 en el 2009. Lo mismo. Nótese que la desigualdad rural es más baja que la urbana, porque en el campo la distancia de ingresos entre ricos y pobres es mucho menor que en las ciudades.
La reducción habida de la pobreza y de la extrema pobreza debe, claro, ser apreciada positivamente. Pero no de manera triunfalista y autocomplaciente porque los niveles generales promedio de los salarios siguen siendo tan bajos que no permiten cubrir la canasta básica familiar. Es el caso incluso en Lima, donde el ingreso familiar promedio es de S/.1.141 mensuales y la CBF es de S/.1.292 (¿Por qué son tan bajos los salarios?, www.cristaldemira.com, 21/3/2011).
Y, también, porque hay una delgada línea roja que –al ser franqueada– hace que muchos pobres dejen de serlo (si ganan más de 258 soles mensuales) pero que pueden pasar del otro lado de la línea si la coyuntura cambia. Así vamos.
(1) Se mide por el coeficiente de Gini. El coeficiente mínimo (0) implica igualdad total y el máximo (1) la desigualdad total. Las cifras de desigualdad en el Perú están entre las más altas de la región.

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