El “boom” de las utilidades

 Por Humberto Campodonico

Hace pocos días un informe de la consultora Gerens nos informó que la rentabilidad promedio de las empresas inscritas en la Bolsa de Valores de Lima (BVL) fue de 25,5% en el 2010. Añade Gerens que la rentabilidad de las empresas mineras fue aún mayor, llegando a 33,3% en el 2010.
La rentabilidad es la relación entre la Utilidad Neta y el Patrimonio de la empresa. Así, una rentabilidad del 25% –como la del 2010– nos dice que el patrimonio se recupera en 4 años, lo que la hace una de las más altas de la Región, superando también a la de EEUU, que es de 14% anual. De otro lado, una rentabilidad del 33% anual, como tienen las mineras, indica que el patrimonio se recupera en tan solo 3 años.


La información que proporciona Gerens para plazos más largos –desde diciembre de 1998– nos permite ver que, hasta mediados del 2002, la rentabilidad era tan solo del 5%, tanto para las empresas no mineras como para el total de las empresas registradas en la BVL.
A partir de esa fecha, ambas comienzan a aumentar de manera pareja. Sin embargo, desde mediados del 2004, la rentabilidad de las  mineras  se  comienza  a  distanciar año a año de las empresas no mineras. Esto porque los precios de los minerales comienzan a subir sin pausa, lo que les proporciona ganancias extraordinarias.
La rentabilidad de las mineras llega a su punto más alto en 2007, cuando supera el 50% (recuperan su patrimonio en dos años).
Luego comienza a bajar con la crisis del 2008 y 2009, recuperándose en el 2010 con niveles del 33% anual, como ya hemos visto.
De su lado, las no mineras comienzan su ascenso paulatino y sostenido desde el 2002-2003 paulatina y sostenidamente, alcanzando un valor con 18% a mediados del 2007. La crisis internacional produce provoca una caída, pero la recuperación comienza en el 2009 y prosigue en el 2010, con rentabilidades del 20%.
Nótese que por periodos largos (del 2003 al 2008) la rentabilidad de las mineras triplica y hasta cuadruplica la de las no mineras. Es esa diferencia la que “empuja hacia arriba” al promedio de las empresas registradas en la BVL.
Dice Gerens: “la crisis financiera internacional que se inició a mediados del 2008 y concluyó en setiembre del 2009, no tuvo un impacto significativo sobre el desempeño de las empresas, ya que la tasa de rentabilidad anualizada más baja del periodo, 17,7% (junio de 2009, para el total de empresas) no se puede considerar que es una tasa baja ya que es mayor que el costo de oportunidad promedio de las empresas evaluadas” (Gestión, 22/3/2011).
Este periodo de grandes rentabilidades en el sector empresarial debiera haber tenido su correlato en la participación de los salarios en el PBI, ya que estamos hablando, estrictamente, del sector formal o “moderno” de la economía nacional. Sin embargo, ello no sucedió pues los salarios tuvieron, primero, una fuerte caída con el fujishock de 1990 (bajaron su participación del 30 al 25% del PBI) y se mantuvieron estables en el fondo del pozo hasta el 2002.
Luego vino lo sorprendente: la bonanza macroeconómica del 2003 al 2008 no aumentó la participación salarial en el PBI, sino que por el contrario ésta disminuyó, llegando a solo 21% en el 2008, aumentando ligeramente a 22% en el 2009 (1).
Así, en esta década de las vacas gordas, la marea no hizo subir por igual a todos los botes. Quizá por eso se queja. Para que las cosas cambien, para que el crecimiento no  beneficie de manera predominante a pocos, sino a muchos.

(1)  Ver detalle en “La boca del cocodrilo sigue abierta”, www.cristaldemira.com, 24/7/2010.

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