Reducción del IGV: populismo irresponsable

A menos de cinco meses de finalizar el actual gobierno fue aprobada la reducción del Impuesto General a las Ventas (IGV) en un punto porcentual (de 19% a 18%).
Proponemos dividir el análisis de esta medida en dos partes. Una primera que aborde el tema subyacente detrás de esta medida y una segunda parte que contemple el plano operativo - contable.
¿Qué revela esta intempestiva reducción en el IGV? Revela dos cosas. Primero, la nula voluntad política no solo del actual, sino de anteriores gobiernos por llevar a cabo una verdadera reforma tributaria en el país.
Para ilustrar este punto basta con revisar el siguiente gráfico. Conforme a las cifras de INDE Consultores, la presión tributaria estructural del país no ha sufrido variaciones significativas entre 1998 y 2009. En reforma tributaria ha sido una década pérdida. Los “hipos” recaudatorios con los que mediáticamente nos tratan de impresionar se deben al incremento de los impredecibles precios internacionales de los minerales. Es decir, a seguir cruzando los dedos y rezarle a la diosa fortuna.
Gráfico: Presión tributaria 1998-2009
Fuente: INDE Consultores. Elaboración: Otra Mirada
El promedio de la tasa de IGV en el mundo es de 15.7%, en Latinoamérica es de 14.4% y ahora en el Perú es de 18%. No queda duda que la tasa de IGV aplicada en el país es sumamente elevada y que su reducción debe estar incorporada en una reforma tributaria integral. Pero ojo nos referimos a una reforma tributaria sistémica, seria y rigurosa, no a una medida aislada, improvisada y efectuada a pocos meses para el fin del actual gobierno. Esto solo tiene un nombre: demagogia irresponsable.
El segundo tema que nos revela esta medida es la poca seriedad, rigurosidad e inconsistencia de la política económica, en estricto la fiscal, aplicada en el país. Todo economista medianamente serio sabe que la política económica de un país, más aun para un país tan dependiente a los minerales como el nuestro, debe ceñirse a una lógica contra cíclica. Esto significa que cuando la economía se contrae, el Estado debe aplicar estímulos para su reactivación (aumenta el gasto o baja impuestos) y en caso la economía crezca, el Estado retira dichos estímulos con el objetivo de ahorrar recursos para un próximo episodio contractivo.
En conformidad a lo anterior ¿por qué el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) no redujo el IGV en 2008 o 2009 cuando el país sufría los efectos de  la crisis internacional, pero si lo reduce ahora cuando crecemos a 9%? El mundo al revés. Más aún si el Banco Central de Reserva (BCRP) ha tomado medidas en la dirección correcta, es decir al ver que el país viene creciendo a elevadas tasas ha pasado a retirar los estímulos monetarios conforme a una lógica contra cíclica. Ahora que el MEF tiene la oportunidad de actuar responsablemente y  guardar “pan para mayo” opta por una medida totalmente imprudente. Como se ve,  el MEF y el BCRP van en direcciones opuestas. Como resultado se tiene una política económica inconsistente, carente de rigor y seriedad.
Ahora vemos el tema operativo - contable. Como producto de la reducción del IGV, son S/. 2,000 millones anuales los que dejarían de recaudarse. Producto de esta situación es que las áreas de Estudios Económicos del BBVA y del Scotiabank que proyectaban superávit fiscal para 2011 han pasado a  proyectar un déficit. El ministro Benavides ha salido a decir que hay fuentes de ingreso que evitarían un forado fiscal. Lo interesante es que una de las principales de estas fuentes son los ingresos extraordinarios de la renta en la actividad minera. Pero ¿qué pasaría si cae el precio internacional de los minerales? Bueno, para ese entonces ni García, ni Benavides estarán en el Ejecutivo. ¿Qué tipo de “manejo responsable” de la caja fiscal es éste?
Para cerrar, llama poderosamente la atención de que al momento de la votación de esta medida en la Comisión Permanente del Congreso no haya habido ningún voto en contra, ni ninguna abstención, lo cual constituye un acto de complicidad con esta gran irresponsabilidad. Al parecer si en algo se ponen de acuerdo nuestros congresistas es en colocar sus apetitos electorales sobre los intereses del país.

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